
SARAY ENCINOSO | Santa Cruz de Tenerife
De la filosofía no se vive, pero con ella se vive de otra forma. Los profesores Manuel Cruz y Fernando Castro vinieron ayer al foro Enciende la Tierra, organizado por la Fundación CajaCanarias, para hablar sobre el abandono del pensamiento en la educación y dibujaron dos realidades a las que se enfrenta hoy la disciplina: por un lado, la especialización, que ha llegado a una materia que aspira a dar una visión generalista; y por otro, el ataque constante que sufre desde las administraciones, que amenazan con reducirla a la mínima expresión. La autocrítica y la crítica, apuntaron, son fundamentales para su buena salud.
[sws_pullquote_left]El academicismo y la falta de contacto con la realidad, un reto para la materia[/sws_pullquote_left] Cruz, catedrático de Filosofía y activo intelectual, fue el más duro con el “academicismo” que, a su juicio, ha invadido las aulas. A pesar de ser un comportamiento contra natura, muchos filósofos han optado por la especialización, por abandonar la visión del todo, la amplitud de miras, y ceñirse a una pequeña parcela del conocimiento, y, al mismo tiempo, por alejarse de lo terrenal. Para argumentar el peligro que supone esa dejadez humanística, Cruz apeló a “la barbarie del especialista” de la que habló Enmanuel Kant, y lamentó la renuncia cultural que hace todo aquel que se enorgullece del reduccionismo propio de esta época. Esa especialización mal entendida ha impulsado lo que Cruz denominó el “orgullo de la mediocridad”. “Ahora los ignorantes sacan pecho; antes la gente se sentía mal si era inculta, intentaba disimular”.
A pesar de los tiempos que corren, a la filosofía como carrera universitaria no le está yendo tan mal. Esa es la opinión de Castro, que no solo imparte clases sobre Estética en Madrid, una asignatura a caballo entre la Historia del Arte y la Filosofía, sino que está casado con una profesora de Filosofía y dos de sus tres hijos han seguido sus pasos. Asegura que ha habido un repunte en la matrícula, quizás motivado por la certeza nueva de que ahora no hay formación universitaria que asegure un trabajo. “Hoy hay una resistencia enorme a la reflexión, pero quizás este tiempo punk, en el que nada tiene sentido, la mejor opción sea hacer una carrera absurda”, bromea.
Cruz, que también quiso hablar de la función de la filosofía, recordó una anécdota relativamente reciente: hace unos años, un ministro de Silvio Berlusconi dijo, después de que se cayera un muro de la Casa del Moralista, en Pompeya, que de la Divina Comedia no se comía. “¿Y quién ha dicho que tenga que servir para eso?”. El tiempo que se dedica a cosas que no dan de comer es enorme. La filosofía es uno de ellos. No hace más felices ni más infelices a sus devotos, pero sí que sientan o vivan “con más intensidad”.