Cuantas veces habrás sentido ante situaciones que percibes y vives como injustas o ante alguna cuestión que se interpone en la consecución de tus objetivos personales y vitales, esa sensación de experimentar la emoción de la ira. En muchas ocasiones habrás pensado o te habrás sentido mal por experimentarla y generar esos pensamientos. Si te digo que esas sensaciones, no sólo es que sean útiles, sino que son necesarias, que es una reacción que vives como impulsiva que te invita a actuar reduciendo el miedo, con lo que, como verás en muchas ocasiones, es el impulso que necesitamos, al mismo tiempo, es contraria a la agresión, por lo tanto, su gestión y orientación adecuada la puedes vivir como un potencial de energía necesaria para actuar. Pero el ser irascible, el no saber dirigirla hacia un potencial puede generarnos problemas, al mismo tiempo otros estados de ánimo que no gestionamos adecuadamente los transformamos en ira, esto sucede en ocasiones con la ansiedad, el cansancio o la tristeza. En cualquier caso, ser consciente de las causas de las reacciones de ira y aprender a gestionarla es importante para nuestro bienestar, así evitaremos esos estallidos poco o nada justificados y en ocasiones irracionales de ira. De no ser así la ira acumulada te puede llevar a un estado de agresividad que quizás no puedas controlar. Nuestra inteligencia emocional sobre la ira nos plantea no callarnos o tragarnos los sentimientos. Esto es erróneo, en la vida hay que emocionarse ante las situaciones de injusticia o de agresiones que recibimos, la cuestión es entender que no es una competición donde ganas o pierdes, que la empatía jugará en nosotros un lugar central, y que si realmente nos planteamos la problemática que me ha llevado a esos sentimientos, si racionalizo la situación, y pongo actividades que me ayuden a reconducir esa emoción como el caminar, la actividad deportiva o el poder contar con personas a las que acudir en diferentes momentos, donde yo he decidido arrojarme a los brazos de la ira, es ahí donde tomas el control de tu vida y la reenfocas. Posibilitando un campo más amplio de actuación, encontrando que existen múltiples posibilidades, pero nunca rechazando la emoción, ni reprimiéndola, sino confrontándola desde las sensaciones hasta los pensamientos que la generan. Ser feliz implica un cambio de foco, desde las fortalezas que te ayuden a gestionar tu felicidad. ¿Te atreves a vivirla?
*Psicólogo y miembro de la Sociedad Española de Psicología Positiva