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¿Las mujeres primero? Pues no – Por Carmelo J. Pérez Hernández

Oye, no falla. Es asomar la campaña electoral y ver cómo la mayoría de políticos empieza a desenterrar el cajón de las promesas pasadas con su inagotable ración de mamarrachadas. Los temas preferidos: los ancianos -porque hay muchos y les gusta votar-, los enfermos –porque todos caemos, tarde o temprano-, la Iglesia -porque saben que sus eminencias no les van a mandar a tomar fanta y diviértete-, los pobres -porque el adjetivo lo aguanta todo y son el campo mejor abonado a los sueños-… Por cierto, que con esto de la Iglesia ya han comenzado los socialistas a distribuir su doble discurso de afirmar por la mañana que luchamos por lo mismo y defender luego por la tarde que la fe tiene que vivirla cada uno en su casa. Lo digo porque nunca faltan los bobalicones que, sin plantearse el verdadero alcance de estas posturas, les aplauden las tontunas “desde una posición de iglesia de base”. A los sociatas profesionales pronto se les han unido los chavales de Podemos y los irrelevantes de IU. Todos bailan ya el aquelarre de la cruzada laica. Sobre el otro espectro de partidos, ni fu ni fa. Bien sabemos todos que ninguna formación política representa o agota el pensamiento cristiano. Ninguna. Y si no, preguntemos al PP por qué ha firmado el acta de defunción de la clase de Religión. Entre las mamarrachadas de marcada intencionalidad proselitista, esta semana me ha dejado alucinado con la Junta de Andalucía. Caladero: las mujeres. Propuesta: que en “igualdad de condiciones” se beneficie a las mujeres en las oposiciones al Servicio Andaluz de Salud. Y digo yo, ¿lo lógico no sería que, en caso de empate, se determine una nueva prueba para que sean los méritos personales y no el hecho de tener tetas lo que abra la puerta a un empleo? Qué razón tiene el evangelio de hoy. “A un asalariado no le importan las ovejas”. Ni las ovejas, ni la justicia, ni la verdad, ni la lógica, ni el sentido común… El asalariado busca entronizarse, perpetuarse en el sillón. “Yo soy el buen pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen; yo doy mi vida por las ovejas”, dice el Señor. Las elecciones me recuerdan que es tiempo de soñar. Que hemos nacido para soñar con una sociedad mejor, donde todos quepamos y seamos respetados. Que la Iglesia tiene la vocación y el encargo de adelantar ese mundo nuevo confiada en que su pastor bueno sabe a dónde nos lleva. Y que no valen los engaños: cuanto más auténticos, menos asalariados seremos, mejor servicio prestamos a la sociedad. Ustedes me entienden. Por cierto, sobre aquello de las mujeres, qué distinta es la propuesta de Raúl Berzosa, el obispo de Ciudad Rodrigo. Contra los machistas: “Dios es padre y madre, y el hombre y la mujer son personas, como Él”. Contra los machistas en la Iglesia, éste es el reto: “Promocionar a la mujer en los eclesial y en lo social, para no perderla, como el catolicismo perdió a los obreros en el siglo XIX y a los jóvenes en el siglo XXI”. Demagogia cero. Paternalismo cero. Las mujeres delante, no. Las mujeres, al lado.

@karmelojph