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No lo quieren arreglar – Por Ramiro Cuende Tascón

No es que España no tenga solución, la tiene. Queda la mitad por hacer, la que quedó pendiente con la llegada de la democracia, y que o no pudieron o no se atrevieron, por si acaso. Con el tiempo, todos se acomodaron con la mitad que ya les venía bien, mitad democracia, mitad demangancia. En los países limítrofes, los primermundistas, pasan cosas similares, son parecidos con dos salvedades; que alguno que otro se suicida cuando lo pillan, y que se juzga más rápidamente, no porque tengan mejores jueces, porque lo tienen mejor organizado. De nuevo, el interés partidista. Cuanto más torpe y lenta sea la justicia, mejor nos manejamos. A las pruebas me remito; Gurtel -ni se sabe-, ERES -la juez Alaya con el juzgado y el juicio en una maleta con ruedas por la calle-, el amigo Díaz estuvo más de quince años sentado en el cadalso para nada. En el camino sufren personas, familias, y qué se yo.

No, a España lo que le hace falta, en vez de seguir poniendo tanto esparadrapo cada vez que sucede algo e inventar una nueva ley o darle una vuelta de tuerca a alguna existente, es meter bisturí donde se hace necesario, pasar de una vez por todas la bayeta con pulidor, y desmontar el trípode formado por: algunos políticos y sus viciados partidos, los malos banqueros con sus usureros bancos, y esa pléyade de empresarios que basan sus ganancias en los recortes a sus empleados. ¿Cómo se hace? Uno, más rápida y mejor justicia. Dos, una nueva ley de financiación de los partidos políticos, en la que se sepa quién y cómo se dona -da bajo cuerda- dinero a los mismos. Tres, propiciar las listas abiertas para que los obenstunsfiers de los partidos dejen de ser donantes de empleo a sus subalternos. Si todo fuera más claro otro gallo cantaría, es más, podrían salir a la calle.

Un ejemplo peregrino, a la vice Soraya no se le ocurrió otra cosa que mentar al maligno Montoro, llamando por su nombre y por primera vez a la “amnistía fiscal”, así, en el Congreso. El pepé por poco la dimite por tal desmán, recordándole que la golfada de turno es y se llama “regularización fiscal”. Lo mismo hizo Hernando, que afirmó que lo de la vice no había sido más que un lapsus. “Como la prensa siempre están diciéndolo, contagian a todo el mundo”. Nos tienen por idiotas, y se equivocan. Se lo leí a Góngora. Traten otros del gobierno del mundo y sus monarquías, mientras gobiernan mis días mantequillas y pan tierno; y en las mañanas de invierno naranjada y aguardiente, y ríase la gente. ¿Y, si sí?