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La necesaria transformación – Por Fernando Clavijo

Los cambios siempre conllevan debates que, en ocasiones, se eternizan más allá de lo que una economía casi monolítica como la nuestra puede asumir. Valoramos lo que conocemos, aquello que nos aporta año tras año millones de euros a nuestro Producto Interior Bruto, pero nos cuesta introducir nuevos elementos que nos ayuden a edificar una arquitectura productiva más desarrollada, que se sustente en otros cimientos que aporten más valor a lo que ya poseemos. Es lo que nos sucede con la investigación y la ciencia.

La transformación de nuestra economía pasa por introducir la ciencia en nuestro ADN educativo y que las empresas conciban la innovación como una oportunidad para ser más competitivas y adaptarse a un mercado globalizado que avanza vertiginosamente gracias al constante progreso de la I+D. No es una tarea simple, pero nuestro objetivo es contribuir a algo tan sencillo como fundamental: abrir definitivamente las puertas a una vía que nos permita avanzar en la dirección que nos señalan aquellos que más saben de investigación y desarrollo. Aquellos que, en plena crisis, nos han insistido en que si el aumento de las inversiones no era posible, dada nuestra crítica situación económica, al menos debíamos mantener intactas las cuentas de I+D.
No lo hemos hecho. Existen miles de ejemplos a lo largo de la historia que muestran la extraordinaria rentabilidad de la investigación. Una realidad que pocos cuestionan. Y aún así hemos optado por andar en la dirección contraria. En menguar, año tras año, el esfuerzo público para proteger e impulsar un sector en el que nuestro país invierte apenas el 1,24% del PIB, la mitad que la media de la Unión Europea.

Nosotros, en Canarias, contamos con infraestructuras que son referentes mundiales en el estudio de la astronomía, las ciencias marinas o la biodiversidad, pero nuestro reto en el nuevo ciclo que ahora se abre es conseguir que la I+D pase a ser una prioridad para todos, para la administración local, para la Comunidad Autónoma y, especialmente, para el Gobierno del Estado. Sin ciencia no hay futuro, y mucho lo lamentaremos en un futuro si no existe un compromiso social y político para poner fin a una de las políticas más desafortunadas que se ha aplicado en este país por una cuestión tan básica como la que comentaba al principio: huir de lo desconocido.

La investigación científica no sólo contribuye a la creación del conocimiento y al enriquecimiento cultural. En todos los países avanzados, la I+D es una palanca esencial de la competitividad económica. Ofrece grandes retos que, al ser resueltos, permiten aplicar los conocimientos en otros ámbitos. Y Canarias tiene la oportunidad de introducir el conocimiento científico en áreas consolidadas de actividad económica, y de forma muy especial en el turismo, pero sin olvidar la cooperación para el desarrollo o la logística. Por ejemplo, la actividad turística ofrece retos que demandan investigación para gestionar las necesidades energéticas, de abasto de agua o de gestión de residuos de una enorme población flotante. ¿Qué mejor lugar que Canarias para investigar sobre las necesidades tecnológicas específicas del turismo? O, ¿qué mejor lugar para investigar y desarrollar las tecnologías que requieren los países de nuestro entorno geográfico cercano para asegurar un desarrollo económico sostenible?

Nos enfrentamos a muchos desafíos en este nuevo ciclo: apuesta por el capital humano, aumentando la educación de nuestros hijos, muchos de los cuales se encuentran atrapados en un círculo vicioso de empleo precario, mejorando la competitividad de nuestras universidades, centros de investigación, la integración de la Formación Profesional y en general una formación excelente.

Nuevas soluciones para nuevos tiempos económicos y políticos. Es necesario difundir el valor y la importancia de la investigación científica en toda nuestra sociedad y, en particular, entre los jóvenes. Debemos promocionar Canarias a través de la ciencia, mantener y aumentar las ayudas a investigadores jóvenes en formación, así como facilitar su formación en centros internacionales de máxima reputación. Y de manera muy especial, es necesario disponer de una estrategia de retención del talento joven para conseguir que el flujo neto de talento sea positivo.

Las empresas tienen que innovar, introduciendo en cada momento los cambios oportunos en su actividad que les permitan ser más eficientes y que su oferta sea genuina y atractiva. Ninguna Isla puede quedar al margen. Todas disponen de la materia necesaria para ser innovadoras en distintos segmentos. Y para ello habrá que implicar a las organizaciones empresariales y Cámaras de comercio, además de fomentar la formación en innovación.

Son muchas las opciones que tendremos que explorar para lograr que se concrete la inaplazable transformación hacia la que se debe encaminar nuestra economía: la introducción de instrumentos financieros para empresas de base tecnológica, pero sobre todo para la actividad innovadora en los servicios y, particularmente, la relacionada con nuestro sector turístico, sin renunciar a su desarrollo en la industria o el sector primario; el desarrollo de los parques y espacios tecnológicos o la adecuación de los distintos instrumentos del REF para incentivar el establecimiento y el desarrollo en Canarias de empresas innovadoras de alto valor añadido, que proporcionen trabajo cualificado y de calidad.

En definitiva, más ciencia para seguir siendo un referente mundial en astronomía, más innovación para el desarrollo de energías que nos permitan consolidar un territorio más sostenible y más investigación porque Canarias reúne las condiciones para ser un espacio para renovar instrumentos caducos, para perfeccionar sistemas que luego podrían exportarse y para crear o mejorar otros que nos aporten más calidad de vida y nos ayuden a ser más competitivos.

*candidato de Coalición Canaria a la Presidencia de Canarias