soliloquio >

Nefastitud – Por Ramiro Cuende Tascón

En el PSOE tinerfeño no queda nada o casi nada tras la ausencia de un señor gran canario llamado Pérez -el segundo de Paulino- que vino en total dos veces, otra perdió el correillo de La Palma. Lo apoyé para secretario general del pesoe canario gracias a la babosa insistencia de otro Pérez, que a su vez trabajaba para sí y para el uní urdidor Hernández, los tres haciendo el Máster de Bon Vivant, desgobernando y gozando de su bien ganada vida a costa del pesebre. Han hecho un cartel en lo que hace a Tenerife digno de reabrir la plaza de toros. Con el tiempo, y gracias a algún que otro rescoldo que queda por ahí, cabe que la cosa remonte, pero me temo que nos queda mucho que ver. Cuando lleguen las generales se subirán a las listas con billete a Madrid con la sana idea de seguir viviendo del cuento, por aquí queda poco a lo que pegarle fuego. Perniciosum. Mientras escribo oigo a lo lejos una voz que nombra al fraseólogo de los responsos para descontentos y perjudicados de estos tiempos que corren, el maestro y asesor del inmaduro presidente de Venezuela, país al que presuntamente han esquilmado con la sana finalidad de financiar la puesta en marcha de su partido ciudadano político. Cada día que pasa me interesa menos su rollo, si bien, confieso que cuando lo escuché las primeras veces me interesó. Es más me parece un bluff universitario, de los de toda la vida, encantadores de adolescentes habidos de sueños. Lo viví y lo vi mientras disfruté de mi vida universitaria, una posición demasiado ventajista, para algunos, la del atril. No para de dar estúpidas lecciones de rebeldía sin causa. Sus telegramas, hoy tuiteres, son del orden de: nosotros somos el único “cambio” posible, los otros son el “recambio”, esta fraseología pueril donde las haya, es la que hace felices a Bryan y a sus argumentaristas. Al rato, lo vuelvo a escuchar hablando de su Comando Central en Madrid, una vez más en Estupilandia, país en el que es feliz, con pocas propuestas para este mundo ruín y complejo en el que nos han instalado los adoradores del becerro. Necesitamos políticos civilizados, formados y con capacidad de liderar para resolver los problemas de la ciudadanía, no ciudadanos haciendo de políticos, sin asumir la condición de serlo como le oí decir a uno de los del Master and Commander Central. Leí a Estefanía en La ideología del miedo, decir que el temor ciudadano contribuye a la dominación de los mercados. Pensé, y a la de los nefastos que nos dirigen. Leamos.