La realidad puede llegar a ser muy cruel cuando envía moralejas. Por eso Canarias se indigna estos días delante de fotografías de Greenpeace que muestran un delfín con la aleta impregnada de fuel del Oleg Naydenov y una masa negra y pringosa que ha avanzado implacablemente primero hacia el suroeste de Gran Canaria y luego hacia Tenerife y La Gomera. Sí, así de triste y de alucinante: cuatro años de histrionismo político alrededor de las prospecciones de Repsol porque se proponía sondear bajo el océano a 900 metros de la superficie… y ahora resulta que tendremos que rogarle a Fomento que hunda brazos robóticos en el mar para vaciar de fuel el Naydenov a 2.700 metros de profundidad. Es decir, realizar una extracción en toda regla, pero en las peores condiciones posibles. Y por si esto fuera poco, en una zona oceánica batida por los remolinos ciclónicos: grandes masas de aguas atlánticas en movimiento circular que, en temible alianza con el viento, arrastran hacia la orilla los regueros viscosos del barco ruso. España tiene cierta propensión a desafiar a Santa Bárbara justo un segundo antes de que empiece a tronar la tormenta. A veces incluso a costa o a pesar de terribles pérdidas humanas. Es como un gen insensato. Por eso hemos visto ministros que corrían para inaugurar tramos de AVE sin tomarse demasiadas molestias en comprobar primero los peligros de las curvas. O investigadores de tragedias aéreas que han considerado normal que se enfriara con cubitos de hielo la sonda recalentada de un avión, incluso aunque éste se hubiera estrellado apenas unos minutos después. ¿Prevención? ¿Cultura de la seguridad? No. En España y en Canarias no está ni se le espera, como vuelve a acreditar esta vez el piche que esparce el Oleg Naydenov. De esa tendencia a la temeridad universal podríamos excluir supuestamente a Paulino Rivero… si no fuera por algunos pequeños detalles. Por ejemplo, cuántas veces se interesó por los planes de contingencia o los simulacros de emergencia en los puertos canarios. O cuántas veces preguntó si sería cierto, como acaba de confesar esta semana la Autoridad Portuaria de Las Palmas, que los bomberos piden prestada la espuma a las empresas del Puerto cuando van a hacer ejercicios de extinción e incluso en casos de fuego real. ¡Espuma prestada…! Hace menos de un año, en uno de los picos más cruentos de la batalla contra Repsol, nuestro presidente se dio mucha prisa por convocar un comité de inversiones estratégicas para intentar acelerar la instalación de 22 mega depósitos de combustible en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife, en un área relativamente próxima a Las Teresitas. Y justo enfrente de Las Canteras. ¿Recuerda alguien haberle escuchado una sola palabra sobre prevención, riesgos de derrames o impactos teóricos sobre la población o el turismo en caso de accidente o vertido fortuito? Sin ir tan lejos ni limitarlo solo a la figura del presidente: ¿recuerdan ustedes haber oído a algún político canario, de las siglas que sea, preguntar alguna vez qué medidas de seguridad se exigen a las empresas propietarias de los tanques de combustible de los Puertos? Sí, sí, esos que en algunos casos están pegados a edificios habitados o a diez metros de carreteras atestadas en horas punta… Item más: ¿ha escuchado usted alguna vez algún político preguntar cuántos y con qué frecuencia atracan en los puertos canarios barcos atestados de mercancías peligrosas? ¡Eureka! En Gran Canaria hubo un caso: hace años, después de que un periódico publicara que por el Puerto de La Luz transitaba frecuentemente un barco repleto de uranio, el presidente de la Autoridad Portuaria de entonces hizo una elocuente analogía para concluir que aquel uranio en polvo era tan inocuo, que se podía espolvorear sin riesgo alguno sobre las tostadas del desayuno. Ahora, ante la imagen desoladora del piche camino del litoral de tres islas, lo único que nos diferencia del minuto anterior es la indignación absoluta de los ciudadanos: Fomento acaba de anunciar ahora, ¡ahora!, un comité científico para vigilar las aguas y Paulino Rivero sigue pidiendo informes a reputados (y probablemente carísimos) consultores externos… ¿Para poner a Canarias a la cabeza de la investigación y la prevención sobre vertidos de cualquier origen en el mar? No: para ver si el Gobierno canario se querella por prevaricación contra el de Madrid por el informe medioambiental sobre Repsol. Es nuestro gen. Nuestro gen más insensato.
Nuestro gen más insensato - Por Teresa Cárdenes publicado por Diario de Avisos →