Por Antonio Salazar
Foto: DIARIO DE AVISOS
Norberto Díaz no es un empresario al uso. En realidad emprendió tardíamente, pasados los cuarenta, cuando se dio cuenta de que la empresa de la que era director no compartía su visión de los nuevos tiempos. Se armó de valor, hipotecó sus bienes y se lanzó a competir. Nació así Hidraúlica Tinerfeña. Hoy tiene varios centros en Tenerife y Fuerteventura, pero, sobre todo, muchas heridas tras superar dos crisis importantes. A principios de los 90 innovó como solución creando el primer supermercado de la fontanería y el baño, lo que le permitió salir adelante. De la segunda, que arrancó en 2007, está empezando a recuperarse ahora. Presidió la Asociación de la Empresa Familiar e intentó crear la Cátedra en la ULL, lo que no consiguió por “desidia de la Universidad”. Lo sigue considerando una de sus mayores decepciones.
-¿Cómo los coge la crisis?
“Teníamos un fuerte endeudamiento, así que tocó reestructurar todo el negocio, adaptando el tamaño de la empresas a una nueva realidad. Nos hicimos más pequeños”.
-Deciden ser pequeños, desafiar a su pasado. ¿Qué les llevó a endeudarse para ganar tamaño?
“Creímos entonces que el sector de la construcción era ilimitado, que los hoteles y viviendas seguirían construyéndose sin pausa. Así que tomamos un riesgo, decidimos estar cerca de nuestros clientes y eso hizo que nos embarcásemos con grandes locales en diversas ubicaciones”.
-Una burbuja de crédito -provocada por la manipulación monetaria y de los tipos de interés- lleva a tomar malas decisiones empresariales porque se distorsionan las señales que el mercado debe emitir. Es comprensible que no haya sido sencillo dejar atrás aquel sueño de ganar tamaño pero, ¿qué han tenido que hacer?
“Hemos tomado buenas decisiones pero no ha sido sencillo. Nuestro negocio es ahora un 39% del que llegó a ser y tenemos un 40% menos de personal. Rebajamos la deuda hasta hacerla manejable y ahora nos preparamos para un aumento de la demanda, que al contrario que entonces, ya no está enfocada sólo hacia las grandes obras sino más bien hacia las pequeñas reformas, las contratas de autónomos y similares. Los plazos de pagos de los grandes clientes no son aceptables para nosotros, tampoco los de la administración, que se dedica a hacer leyes que sistemáticamente ignora”.
-En la primera crisis que vivieron innovaron con la idea de los supermercados. ¿En esta crisis?
“Entonces pasamos de los almacenes a los supermercados, pero ahora nos ha tocado poner los pies sobre el terreno. No quise que nadie me contara lo que pasaba, así que he hecho mucha convivencia con los clientes con el fin de saber lo que querían o esperaban de nosotros. Creo que ahora podemos presumir de aportar valor al cliente al ofrecerles no solo productos de calidad, también una información y atención cualificada por parte de nuestro personal. Esa aportación de mayor valor a la venta es una diferencia con respecto a los tiempos precrisis”.
-Se le nota confiado en el futuro. ¿Lo peor ha pasado ya?
“Hay una cierta mejoría, es evidente. El sector lo ha pasado muy mal, nosotros estuvimos cinco años en pérdidas y en 2014 hemos vuelto, por fin, a los números negros. Ha sido posible gracias a un gran equipo de personas que formamos Hidráulica y que han hecho posible que nos hayamos salvado de esta quema económica”.
-Habla de mejoría pero, a su juicio, ¿qué podría frustrar esa evolución?
“Vivir una cierta mejoría no supone dejar atrás la crisis, sí lo peor. Con las tasas de desempleo que tenemos hay que ser muy cautelosos. Nosotros somos muy sensibles a una mejora de esos datos porque cuando la gente empieza a trabajar y retomar sus proyectos vitales, decide acometer obras, reformas o compras que de otro modo ni se plantean. Dependemos mucho de esa mejora en la confianza que la gente pueda experimentar. Ahora se habla de la vuelta de la obra pública -a nosotros prácticamente no nos supone nada- y de las reformas hoteleras, de las que sí podemos beneficiarnos porque son obras, en muchos casos, que no se hacen todas al tiempo, sino que primero se acomete una fase, luego otra y así hasta tener remozado el hotel”.
-Convertir su deuda en algo razonable le ha dado vigor a la empresa. ¿Le ayudó la banca a salvar la situación, esa misma banca que en su día empujaba a los empresarios a cometer errores de difícil reparación?
“Nosotros teníamos contraída una fuerte deuda con las dos cajas canarias, en las que habíamos confiado nuestra expansión. Como recordarás, la Caja Insular se integró en Bankia y la Caja General de Ahorros de Canarias lo hizo, primero en Banca Cívica, y posteriormente en La Caixa. Nosotros fuimos conscientes de que teníamos que reestructurar nuestra deuda, pero lo que nos encontramos en ambas entidades fueron actitudes completamente diferentes. Mientras en Bankia había un gran interés por ayudar a superar el momento, nos hicieron planteamientos razonables y encontramos un espíritu de colaboración total, nunca tuvimos un problema de negociación y a día de hoy seguimos con una colaboración razonable, con La Caixa no ocurrió esto. He constatado con muchos otros empresarios que no solo me pasó a mí, fue una práctica habitual. Llegaron cambiando a todos los directivos que estaban a pie de calle, se mostraron completamente inflexibles, sin intención de negociar nada. Decían que no creían en tu negocio y a partir de ahí, ya no había nada que hacer. Lo peor es que no había nadie con quien hablar y la cerrazón era absoluta. Así que tuvimos que proceder a la liquidación de activos como única salida. Esa actitud de La Caixa nos pudo costar el cierre del negocio, su postura no nos pareció nunca la correcta pero afortunadamente nuestra confianza en nuestro negocio no se resintió. Nadie es imprescindible, así que pronto nos brindaron apoyo otras instituciones, como Cajasiete, que ha hecho una gran labor durante estos duros años, ayudando a los pequeños negocios y ofreciendo lo que otros sistemáticamente negaban. Esta política de lluvia fina ha hecho mucho bien a Canarias apoyando al pequeño empresario con créditos pequeños pero esenciales para seguir la actividad. Les estamos agradecidos por que nos dieron el oxigeno que necesitábamos. Hoy es otro cantar, porque puedo decir que tenemos una posición económica sin problemas de ningún tipo”.