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El presente como vida – Por Rafael Lutzardo

Precampañas de elecciones municipales; las clases políticas aspirantes dejándose ver por los barrios, pueblos y ciudades de Canarias. Cada uno de ellos/as llevan un mensaje, programas de promesas y sonrisas electorales. Calles levantadas; contratistas contentos por la oportunidad que se les brinda para poner en acción las maquinarias y manos de obras que trabajan a destajo para cumplir con lo pactado con las instituciones gubernamentales. Semana Santa que se presenta profundamente arropada por las procesiones; representaciones de La Pasión, imágenes, tallas religiosas, saetas y el paso marcado y lento acompañado por los sonidos de los clarinetes, cornetas y tambores. La vida sigue y atrás quedan solamente los recuerdos de algo que sucedió. Ya nada podemos hacer por las víctimas del siniestro del avión de la compañía alemana Germanwings que se estrelló en los Alpes franceses, salvo el rescate de sus vísceras e identificación a través del ADN. La vida no contempla hora y fecha para el ser humano. Solo nos permite vivir ignorando el calendario que el destino nos tiene preparado a todos/as. El mundo tiene sus ingredientes, sus propias partidas de ajedrez, donde cada pensamiento, acción y decisión pueden resultar determinantes a la hora de llevar a cabo un proyecto. Vivimos pendientes de lo que pueda suceder mañana: ¿pero en verdad sabemos lo que va a ocurrir? Sucede lo mismo con el pasado: ¿no fuimos parte de él? ¿Para qué profanarlo y castigarnos con sus recuerdos? El proyecto sigue en pie. Es decir, la vida quiere que vivamos el presente, pese a los múltiples laberintos que tiene ese túnel que en muchas ocasiones nos encontramos en nuestros caminos, pero que nos invita a luchar con fuerza y fe para encontrar la salida y ver la luz del sol de un nuevo día. Somos lo que somos porque heredamos la evolución del hombre de la prehistoria; lo contrario seria alterar nuestras caras con maquillajes o mutarnos en otra vida, si es que existiera. Tampoco podemos olvidar que la lealtad no es solamente propiedad del hombre. También de los animales, nuestras mascotas. Una amiga mía tiene uno que se llama César, seguro que nunca le fallará. Ellos nunca te traicionarán y te seguirán hasta el final de tus días. Son los sentimientos lo que ahondan en los corazones de todo ser vivo; es por ello por lo que no debemos jugar con los de los demás. Morimos aprendiendo de la enciclopedia de la vida y al final nunca sabremos todo de ella. Lo importante es quererte a ti mismo/a; valorarte y respetarte, haciéndolo también con los demás. Solo tenemos una oportunidad, disfrutemos de cada momento, de nuestro presente.