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¡Qué afortunados los del PP! – Por Víctor Lafora

No cabe duda de que la pertenencia al partido del Gobierno, el PP, supone para algunos de sus dirigentes la posibilidad de multiplicar por diez, o por cien, sus patrimonios, sin apenas mover una ceja. La lista, la que conocemos, a la que acaba de sumarse Rodrigo Rato con una fortuna estimada por Hacienda en más de veintiséis millones de euros, podría encabezarla el ex tesorero de la formación Luis Bárcenas. Pero en ella habría que incluir también a los ex tesoreros Rosendo Naseiro y Ángel Sanchís (de lo que se deduce que ser tesorero del Partido Popular es una bicoca) a los ex alcaldes Jesús Sepúlveda y Guillermo Ortega, al ex parlamentario Alberto López Viejo, al ex dirigente gallego Pablo Crespo y, cómo no, al ex presidente de la Diputación de Castellón Carlos Fabra. Por no olvidar al ex ministro Jaume Matas, el del palacete en el centro de Palma de Mallorca. La lista es interminable y sustenta la convicción de que estos probos dirigentes populares utilizaron su paso por la administración pública para llenarse las alforjas y huir del fisco. El último llegado, el todavía estupefacto Rodrigo Rato, se ha valido de sus conocimientos económicos para crear una tupida red de sociedades instrumentales donde esconder un dinero con el que tenía que hacer frente a sus responsabilidades en Bankia: ese engendro resultante de la fusión de la quebrada Caja Madrid que, en sus manos y en las de Blesa, llevó a la ruina a miles de familias. Resulta sorprendente que, cuando se están conociendo tan escandalosas cifras de fraude fiscal (justo en el momento en que la ciudadanía tiene que rellenar su declaración de IRPF), el debate en los medios sea si la detención fue un espectáculo montado adrede por el Gobierno para distanciarse y vender ejemplaridad. Lo de menos, a estas alturas del escándalo, es si a Rodrigo Rato se le debió o no sujetar la cabeza para introducirlo en el coche policial, si fue justificada su detención por unas horas, o si fueron unos u otros los agentes especializados que llevaron a cabo la operación. Lo fundamental es que se persiga el fraude fiscal, sumidero por donde escapa gran parte de la riqueza nacional. Se equivoca el Gobierno si pretende que, con el numerito con cámaras de la detención, los votantes olviden que Rato fue vicepresidente del Gobierno con el PP y que fue este partido quien le colocó al frente de Bankia. Se equivoca también si en su estrategia electoral cortoplacista cree que le va a resultar más rentable aflorar el escándalo ahora que en fechas próximas a las elecciones generales.

Quien pierde las municipales y autonómicas estadísticamente pierde las siguientes. Y, se equivoca también, si cree el Gobierno que con el argumentario para lerdos de Montoro “”a ley está por encima de amigos y compañeros…” (¡Faltaría más!) o el de Esteban González Pons: “Algún crédito tiene que tener el PP por no haber puesto obstáculos a su detención” (¿es que han cometido esa ilegalidad con algún otro defraudador?) se salvan.

Esperanza Aguirre anda desolada, temiendo que este cubo de basura lastre su campaña; sobre todo porque ella no lo quería al frente de Caja Madrid y defendió con uñas y dientes la candidatura de Ignacio González. El del ático de lujo en Marbella. Si es que están rodeados…