En un CD Tenerife en el que la planificación deportiva veraniega restó potencial al conjunto y en el cual los jugadores no parecieron querer defender las ideas de Álvaro Cervera, lo único que faltaba eran una serie de arbitrajes que sustrajeran puntos de las vacías reservas blanquiazules.
El equipo de Agné no pierde, gusta a la grada, es sólido y planta cara a todos los rivales tanto fuera como en casa. Dejó escapar los tres primeros puntos en juego frente al Girona, ganó todo lo demás como local y empató varios partidos que bien pudo ganar fuera. Hasta ayer.
El error arbitral de la jornada dominical se suma a los de Huelva y Miranda de Ebro, por los que el equipo ha perdido al menos cinco puntos. Benditos puntos esfumados por la falta de nivel de algunos asistentes. Profesión difícil esta de arbitrar, pero es que los que debían ayudar al colegiado ayer estaban especialmente negados a la hora de decidir. Valga de ejemplo un despeje delante de uno de ellos que golpea en un jugador del Zaragoza y que termina con saque para el equipo maño.
Más allá del arbitraje, que concluyó con la expulsión de Vitolo camino de los vestuarios, el equipo hace un fútbol ofensivo, no exento de intensidad defensiva y sobre todo plagado de jugadas ensayadas que antes brillaban por su ausencia.
Más de una vez se dijo desde estas líneas que a Cervera le faltaba trabajar el balón parado. Para mí una de las pocas pegas a su trabajo que no gustaba nada entre la afición. Agné ha incluido un nutrido libro de jugadas que crean peligro y si no lo hacen pues tira el córner Aitor Sanz y lo mete dentro de la portería con permiso de Maxi Pérez. No sabe bien quién fue pero da lo mismo porque el exjugador del Real Oviedo lleva demostrando muchos veces que es un gran acierto para el que lo fichó y el uruguayo cada día levanta a más gente de sus asientos por su sacrificio, garra, velocidad…y gol.
Capítulo aparte para Diego Ifrán. Hace semanas que ya se comentó que pese a poseer un físico imponente, no está en un estado óptimo de forma. La forma física, tan discutida en los últimos años, es un compendio de todas las cosas y de ninguna al mismo tiempo. Tiene un mucho de fuerza y un bastante de resistencia, aderezado todo por algo de psicología. No sabe lo que es pero está claro que al goleador le sobran 30 minutos de cada partido y esos son demasiados minutos para un profesional.