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¡Silencio, se rueda! Por José Ramón Barrera*

Hace poco más de una semana tuve la oportunidad de asistir al estreno de una de las
últimas películas que han sido rodadas en nuestro archipiélago. En esta ocasión, se trató, además, de una cinta que discurre en su integridad en Tenerife, a diferencia de lo que sucede con otras que también han contado con nuestras islas como escenario de sus historias, que lo han hecho sólo en parte. De ahí, la iniciativa de su productor de contar con el emblemático Cine Víctor de la capital tinerfeña, hasta donde se desplazó gran parte del elenco de sus principales protagonistas, entre las que cabe destacar a la directora, Gracia Querejeta y a la actriz principal, Maribel Verdú. Desde ese entonces, vengo reflexionando sobre lo que el acontecimiento me ha supuesto. Una mezcla entre el sentimiento de agradecimiento a los organizadores por la invitación al evento, la nostalgia por los recuerdos de tantas películas vistas en mi adolescencia en el mismo cine y la satisfacción profesional de saber que ASSAP, en cierta medida, ha sido también protagonista de esta película.

Porque Felices 140 es una de otras tantas rodadas en Canarias en las que nuestra firma ha tenido la oportunidad de volcar su dedicación y experiencia profesional en el campo jurídico fiscal de la industria cinematográfica.Y con todo, he pensado que quizás sería buen momento para aprovechar estas líneas y acercar al lector a las razones por las que nuestra tierra se está consolidando como lo que se ha venido a llamar “plató natural de cine”. Evidentemente tienen mucho que ver sus incontables y siempre presentes bondades naturales, que ofrecen una diversidad de paisajes que permiten el rodaje de todo tipo de películas, así como una climatología que facilitan el trabajo en cualquier época del año. Pero también, un elenco de profesionales tanto en el apartado técnico como de la interpretación de primer nivel, sin olvidar unas instalaciones que permiten a los productores disponer de unos platós, en el centro de nuestra ciudad, al estilo de los utilizados en Hollywood.

Pero sobre todo, tiene que ver con nuestro repetido, una vez más, Régimen Fiscal Especial, que, como todos saben, he criticado, aunque creo que constructivamente, por su falta de adaptación a los objetivos que persigue, por su ineficacia e ineficiencia. Y prueba de ello lo constituye, precisamente, la única medida de ese sistema fiscal que hace que Canarias esté siendo valorada y tenida en cuenta, a nivel nacional e internacional, para llevar a cabo el desarrollo de una industria que, a buen seguro, nos traería muchísimos beneficios. Pues su éxito se basa en que resulta sencilla de entender y aplicar, con muy poca conflictividad jurídica y que ha permanecido invariable desde el año 1991, características todas ellas a las que apelo cuando planteo un sistema fiscal alternativo. Es tan simple su utilización, que creo puede quedar explicado en unas pocas líneas de este artículo. Para ello, téngase en cuenta que actúa como una deducción de los impuestos que deban pagarse por los beneficios de un negocio, deducción que se calcula aplicando un porcentaje al importe de la inversión que se pretende incentivar, que en nuestro caso son las producciones cinematográficas. De esta forma, si la película tuviera un coste de 1.000 unidades monetarias (u.m.), supondría al inversor que la promueve una deducción de impuestos, en términos generales, del 20%, esto es, 200 u.m.

Pero este 20% es el aplicable en Península y Baleares. Nuestro Régimen Fiscal y la medida del mismo que resulta aplicable a este caso, permite que en Canarias, la misma inversión de 1.000 u.m., dé lugar a una deducción de impuestos del 40%. Así, lo que en el resto del territorio nacional supone un ahorro fiscal de 200 u.m, en nuestras islas implica un aumento hasta las 400 u.m. De este elevado atractivo fiscal, sólo pueden beneficiarse las rentas procedentes de negocios realizados en las islas, lo que se convierte en una potentísima herramienta para las empresas y autónomos de nuestro archipiélago que pueden obtener una muy elevada rentabilidad a través de un esquema que, como decía, cuenta con elevadas dosis de seguridad jurídica, dado que tiene el beneplácito de Hacienda y de las autoridades europeas. Pero el mayor beneficio creo que vendría para el conjunto de la economía del archipiélago, como ya hemos tenido ocasión de comprobar. Se trata de un “encadenamiento hacia atrás” en toda regla, al implicar el consumo de bienes y servicios de las islas que son necesarios para poder desarrollar el rodaje, además de la contratación de recursos humanos igualmente indispensables a tal fin. Hoteles, restaurantes, medios de transporte, maquinaria, carpinteros, conductores, técnicos desonido, cámaras, actores y actrices, … Y un largo etcétera.

Ojalá todos los agentes implicados, desde las instituciones públicas hasta los inversores privados y el sector profesional, nos orientemos en una misma dirección, tomando ventaja de esta oportunidad de diversificación de nuestra economía y pronto, muy pronto, podamos presenciar estrenos de cine en los que, otra vez, el aeropuerto de Los Rodeos, el mítico Faro de El Porís o todo su litoral, entre otros lugares de nuestro Archipiélago, sean protagonistas y logren proyección internacional.

*Socio de ASSAP