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Todo es más sencillo – Por David Sanz

Lo obvio es difícil de probar. Preferimos lo oculto”. Así comienza Charles Simic uno de sus poemas en el que resume a la perfección cómo malgastamos media parte de nuestra vida, perdidos en agujeros negros que absorben el tiempo y buena parte de la reserva de nuestra energía, porque preferimos enredarnos en lo compejo. La evidencia, de tan obvia que es, nos nubla la mirada y espesa el alma. Aunque generalmente llegamos al mismo resultado, porque la realidad, tarde o temprano, se acaba imponiendo, preferimos coger el camino más largo y sinuoso, perdernos y confundirnos de sendero unas cuantas veces antes de llegar a la meta. Esto, que sucede en todos los espacios de la vida, es lo que le ha pasado al PSOE de La Palma en la larga crisis que ha sufrido durante este último año y medio, que parece que, finalmente, ha llegado a su conclusión, no sin haber dejado a su paso un reguero de heridas, unas más profundas y otras más superficiales, que se podrían haber evitado con haber simplificado un conflicto artificial, que se enquistó y perforó un distanciamiento entre dos sectores que estuvo cerca de crear una fractura irrecuperable. Porque “preferimos lo oculto”, como dice Simic, han corrido ríos de tinta de críticas entre un sector y otro, acusaciones duras e insinuaciones que añadían nuevos ingredientes a este potaje, que se servía en platos hirviendo. Desde luego que, en ningún momento, se optó por el camino más sencillo, que era entablar un diálogo sincero entre las partes cuyos intereses estaban en juego. La cerrazón del secretario general del PSC-PSOE, José Miguel Pérez, blindó cualquier opción de reconducir una situación que, como se ha demostrado con el paso del tiempo, era factible solucionarla sin crear un conflicto de condiciones siderales, como el que se vivió en las filas socialistas. Lo mismo ocurrió cuando se han gestado las listas, momento en el que brotó una nueva chispa, que estuvo cerca de prender un incendio, aunque al final el fuego pudo ser controlado a tiempo.

Después de una crisis de este tamaño, era impensable que ninguna de las dos partes pudiera llevarse el gato al agua, por lo que era necesario negociar, sí o sí, para tratar de llegar a una postura de consenso, sin imposiciones ni caprichos que no tuvieran una base sólida sobre la que sostenerse. El foco principal se produjo en Los Llanos de Aridane. El enconamiento de las relaciones internas, que resurgió con la confección de las listas, que incluso se trasladó a las instituciones, con las quejas de su secretario general y concejal de Los Llanos contra el Cabildo, tensaron excesivamente la cuerda. Su paso a un lado, no sin antes echar algo más de leña al fuego proponiendo a María Victoria Hernández como candidata a la Alcaldía, ha permitido una salida que equilibra las tensiones y una paz, al menos aparente, de cara a las próximas elecciones de mayo. ¿No hubiera sido todo esto más sencillo y menos traumático? Yo creo que sí.