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Arminda del Castillo: “Creo la obra para mí, no pienso en el espectador”

La artista publicó en febrero el poemario La barca de cristal. / JOSÉ IGLESIAS BARBUZANO
La artista publicó en febrero el poemario La barca de cristal. / JOSÉ IGLESIAS BARBUZANO

Por Benjamín Reyes

El universo plástico de la pintora lagunera Arminda del Castillo gravita en torno a mundos cósmicos, geológicos o vegetales que han brotado de su fértil imaginación. Su atípica pintura se caracteriza por la experimentación con diversas técnicas, entre ellas, la anea de platanera, las láminas asfálticas o la terracota. Es callada y reservada, por lo que no suele conceder entrevistas y no es de extrañar que nunca se haya vinculado a ningún grupo artístico, a pesar de lo cual ha protagonizado más de 20 individuales y más de una veintena de colectivas. Ahora por vez primera publica un poemario: La barca de cristal, integrado por 39 poemas, en los que plasma su particular visión de la fragilidad de la vida.
-Comenzó su andadura en el mundo del arte en 1966, participando en el I Salón de Verano del Ateneo de La Laguna. ¿Qué recuerdos atesora de aquella experiencia?
“Recuerdo que el escritor Fernando Delgado hizo la presentación. Ya en esa época empleaba mi característica técnica de la anea de platanera, que consiste en usar las láminas del rolo como material para ejecutar collages pictóricos. Un día, mi marido, Fernando Garcíarramos, trajo el tallo de una platanera y pensé que podía servir como material creativo. La primera obra que creé con este material fue Las tres brujas -que cuelga de las paredes de su casa-. En este cuadro aflora un recuerdo infantil propiciado por las historias que me contaba mi abuelo”.

-¿Por qué no ha querido desprenderse de este lienzo?

“En una exposición que protagonicé en el Instituto de Estudios Canarios, en 1967, una espectadora francesa insistió en adquirirlo, llegando a ofrecerme un cheque en blanco. No acepté porque tiene un vínculo sentimental muy especial para mí”.

-¿Por qué esa inquietud por cambiar de técnicas?

“Me encanta experimentar. Además de la anea de platanera también he empleado láminas asfálticas, que fundía con soplete. Era un material muy interesante, que trabajé un lustro, pero es tóxico y cancerígeno, por eso lo abandoné hace más de 20 años. Después, empecé a usar terracota, con la que trabajé dos exposiciones. Asimismo, he trabajado la pintura de látex. Todos los materiales son válidos para la pintura. Los materiales no los busco, los encuentro. Nunca se ha echado a perder un cuadro mío”.

-En su obra suele ofrecer una versión particular de otros mundos, ya sean cósmicos, geológicos o vegetales. ¿No le gusta el mundo real?

“Siempre me ha interesado el universo y fabular otros mundos sin saber la razón, sin embargo no creo que exista vida inteligente en otros planetas. No soy copista ni pintora de caballete mi pintura es una figuración imaginativa”.

-¿Ha pintado algún retrato?

“Solo he pintado un retrato, a mi esposo. He ejecutado seis o siete retratos antropomorfos más a lo largo de mi trayectoria, pero no eran personas concretas. Eduardo Camacho me decía que siguiera por ese camino, pero no lo hice”.

-En 1973, 1974 y 1977 presenta individuales bajo las denominaciones Geopinturas, Geopinturas 2 y Geopinturas 3. ¿Qué es la geopintura?

“La geopintura viene a ser una idealización personal de lo geológico. No sé cuántos cuadros habré pintado bajo estas características, pero sí sé que creo la obra para mí, no pienso en el espectador. Me apeno cuando vendo un cuadro”.

-El 18 de marzo de 1977 Felo Monzón presentó una individual suya en la Casa Colón de Las Palmas de Gran Canaria. En la presentación dijo: “Para un artista canario es inevitable el reflejo de los valores formales de la canariedad”. ¿Su pintura es el resultado de la transformación del paisaje geológico de las islas?

“En cierta manera sí. A Felo Monzón le gustaba mucho mi obra, recuerdo que le regalé un lienzo y en la Casa Colón se exhibe otro. No pinto paisajes comerciales, no me apetece pintar una casa con una chimenea de la que salga el humo. Nunca he pintado un cuadro por encargo. Me lo han propuesto y siempre he dicho que no”.

-A su serie Cosmos, de la década de los 90, pertenecen algunos de sus cuadros más alabados por la crítica de arte. ¿Cree que es su mejor obra?

“La crítica siempre se ha portado bien conmigo. Eduardo Westerdahl llegó a escribir sobre mi obra: ‘Una gran fuerza expresiva, vinculada a la tierra, a determinados aspectos geológicos, a las huellas del tiempo y a los desperdicios vitales de la naturaleza’. No sé si esta serie es mi mejor obra, prefiero que sea la crítica o el público quien lo decida”.

-En 1994 es nombrada académica de honor de la Accademia Araldica Universale de Catania, en Italia. ¿No le interesaría formar parte de la Academia Canaria de Bellas Artes?

“En una ocasión le dije a Eliseo Izquierdo, que era el presidente en aquel momento, que no me interesaba formar parte de ella. En realidad no me gusta acudir a actos sociales”.

-En 1998 exhibió en el Instituto Cabrera Pinto una treintena de piezas comprendidas entre 1967 y 1998 que glosaba las diversas etapas de su trayectoria.

“En el texto de ese catálogo Sebastián de la Nuez dividía mi trayectoria en tres etapas: búsqueda de la materia, plenitud de las formas y el anhelo de llenar un gran vacío del mundo creado por mí. Creo que es una definición certera. Expuse desde Reminiscencia (1967), creado con anea sobre aglomerado y resinas a Cosmos I (1997), látex sobre papel, pasando por Vestigio I(1976), asfalto sobre aglomerado y resinas”.

-En 2002 inaugura Cosmogonía en el Museo de Bellas Artes de la capital tinerfeña, donde presenta varios trípticos. ¿Por qué en ocasiones articula sus obras en trípticos?

“Porque las tres escenas que representan están conectadas -reflexiona antes de proseguir-. No parto de una idea previa sino que me sumerjo en pintar. Después de pintar tampoco pienso por qué lo he hecho”.

-En julio del 2014 se clausuró Gravitación en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, su última exposición.

“Presenté 17 obras en látex sobre tablex y cartón, de las cuales tres piezas se exhiben permanentemente en el espacio citado”.

-¿Cuál es la razón de que publique ahora -febrero del 2015- por vez primera un poemario: La barca de cristal?

“Desde mi juventud escribía poesías, pero hasta ahora no me había atrevido a publicar. Me he inspirado en la naturaleza para escribir los 39 poemas de La barca de cristal, cuyo título es una metáfora de la fragilidad de la vida”.

-¿En qué proyecto está inmersa en la actualidad?

“Estoy preparando una antológica de unos 70 cuadros que me gustaría que se pudiera ver a finales de este año o principios del 2016. Sería diferente a la antológica que se exhibió en 2003 en CajaCanarias bajo el título de Evolución. Allí no tenía cuadros pintados con látex. Serían lienzos totalmente diferentes a los vistos hace 12 años”.