La punta del viento>

Casillas – Por Agustín M. González

Cuando en el deporte se pierde la deportividad deja de ser deporte y se convierte en otra cosa muy diferente, nada edificante ni para sus practicantes ni para los espectadores. Las ansias de ganar, la competencia, la rivalidad legítimas de cualquier desafío deportivo, no tienen por qué ser incompatibles con el juego limpio, con la nobleza en la lucha, con el respeto al rival, tanto en la victoria como en la derrota. Entre otras cosas, porque eso es lo que diferencia un partido de fútbol de, por ejemplo, una pelea entre dos manadas de animales. Cuando el deporte pierde esa nobleza se transforma en un circo inhumano. El gesto del bregador derrotado que levanta el brazo de su rival vencedor al final de la agarrada, distingue a la lucha canaria, la engrandece y simboliza su noble naturaleza. En el deporte de élite suele perderse esta perspectiva. Lo importante es ganar como sea. Recuerdo el lamentable grito de “¡písalo, písalo!” del entrenador argentino Bilardo, exhortando a uno de sus jugadores a que agrediera al rival. Los antideportivos, los fanáticos, los ultras son en el deporte un cáncer a extirpar, como en cualquier otra faceta de la vida, en la que los radicalismos no aportan nada positivo a la convivencia ni al progreso. Esta reflexión me surge al ver en la televisión una injusticia incomprensible contra uno de los mejores deportistas que ha habido en España en toda la historia. Los abucheos sistemáticos, gratuitos y ofensivos de una parte de la afición del Real Madrid a su portero y capitán Iker Casillas es un ejemplo de la alienación y depravación que se han infiltrado en el deporte. Ya le silban y le insultan hasta por respirar, olvidando sus innumerables éxitos, su impresionante currículo y los años de servicios prestados por este jugador que, además, para más inri, es de la casa, es un producto de la cantera del Real Madrid. Inaudito. Incomprensible. Inadmisible. Injusto. Esto no es fútbol ni es deporte. Y esos que insultan a Casillas ni son hinchas ni son deportistas. Habría que analizar cuál es el origen y la razón de todo eso. Sin duda, el anterior entrenador madridista, José Mourinho, paradigma de la antideportividad, tiene mucha culpa del linchamiento que sufre Iker, porque lo señaló como un traidor delante de la afición, por celos de su liderazgo, por justificar su fracaso o por sabe Dios qué. Soy culé, barcelonista, casi desde el nacimiento, pero la situación que está sufriendo Iker me causa una enorme tristeza, y hasta indignación. Casillas es patrimonio y orgullo del deporte español y se merece no solo respeto -como cualquiera-, sino el máximo reconocimiento y hasta veneración por su excepcional trayectoria y por su talante modélico. Pero muchos no lo ven así, entre ellos mi colega, compañero y amigo Fran Domínguez; y eso que Fran es más merengón que la Cibeles… No lo entiendo… ¡Qué daño ha hecho Mourinho al fútbol español, y al deporte en general!