Dios me lo manda

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ANA MARTÍN

Resulta ser que hay un pastor -no un pastor de cabras, entiéndame- que además de llevar a sus feligreses a la cañada de la espiritualidad, les pide dinerito. No al modo en que nos piden el óbolo en la misa católica, no. Nada de la voluntad, un euro, lo que usted pueda. Qué va. A lo grande, como se hace todo en los Estados Unidos de América, tierra de las oportunidades y de los oportunistas.

Si estoy siendo demasiado críptica, me lo dicen. Bien. Entendido. Les explico, entonces:

Creflo Dollar (no me lo invento, se apellida así) es el líder y fundador de una iglesia en Atlanta. La iglesia se llama World Changers Church International, su evangelio es el de “la prosperidad” y predica que Dios nos quiere bendecir con riquezas materiales y que nada de paraísos etéreos después de la muerte. Que las recompensas, aquí y ahora.

Hasta ahí, bien. ¿A quién no le va a gustar un creador que reparta perras a diestro y siniestro y que no nos lo fíe tan largo? Es, sencillamente, perfecto.

El pequeño problema viene cuando Creflo (Dollar, no se olviden) un día, estando aburrido en su casa, piensa: “Oye, ya que tengo más seguidores que una estrella de rock, ¿por qué no pedirles dinero para un avión privado?” Y allá que graba un vídeo en el que dice que Dios le ha pedido que se compre un G650 Gulfstream, para llevar por el mundo su palabra. Sube el vídeo a la Red y lo convierte en viral entre la feligresía que lo sigue, lo venera y lo idolatra. Sesenta y siete millones de dólares de nada es lo que cuesta el juguetito. De segunda mano, que tampoco hay que abusar. Pero, ¿qué son 67 míseros millones de dólares al lado de la satisfacción de cumplir lo que Dios quiere que hagamos? ¿Eh, hijos míos?

Pues no. A esa gente desagradecida y suspicaz le ha parecido muy mal que el pastor quiera sacarles los cuartos con la palabra de Dios por delante. Le ha parecido tan mal, que el asunto ha saltado a los medios de comunicación y por eso lo estoy contando, encantada, no crean, de que el mundo me dé noticias locas suficientes como para que ustedes puedan pasar un buen rato y yo llenar mi página sin mucho esfuerzo.

Total, que Dollar tiene que quitar el vídeo, aunque la cuenta corriente para los donativos sigue abierta en su página web. Sé que son tan generosos que, probablemente, sin acabar de leer este artículo, irían corriendo a dar parte de su sueldo al pastor Dollar, que no tiene con su mansión en Atlanta y su fortuna de 27 millones, pobre hombre, y al que Dios le ha mandado que nos pida. Y lo que dice Dios, va a misa.

En el nombre de Dios –en sus muchos nombres- se han iniciado y perpetuado guerras, invadido países y vulnerado, de mil formas, los derechos humanos. Cualquiera de los individuos que han usado, a lo largo de la historia, el nombre de Dios, de los dioses, para cometer sus tropelías, lo han hecho sin un ápice de remordimiento. Sabiendo que el mandato divino los trascendía, que no podían dejar de obedecer a un ser superior al que no han visto, ni oído, ni conocen, pero que los iluminaba con su sabiduría y sus caprichosos deseos. Y punto. Qué bien ha venido tener una fuerza suprema como justificación y respuesta a todo…

Sabiendo esto, ¿me están diciendo ustedes, hermanos de la World Changers Church, que no le van a dar dinero al pastor Dollar para que se compre su avioncito y vaya a difundir la palabra divina por esos eriales del mundo? ¿En serio? ¡Malditos herejes descreídos!