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Gente buena y gente mejor – Por Carlos Alonso Rodríguez

Cuatro años dan para mucho. Pero no se preocupen, que no les voy a contar hoy ningún rollo de política, ni voy a presumir de algo que hayamos hecho bien en el Cabildo de Tenerife. Hoy solo querría hablarles de alguna gente que he tenido la suerte de conocer yendo de un lado al otro de esta maravillosa isla nuestra. Porque hablando con ellos, escuchándoles, he aprendido a mirar los problemas de una forma diferente. Hace no mucho, en un acto organizado por el 50 aniversario de Radio ECCA, una joven voluntaria de una Organización No Gubernamental dijo algo espléndido. Algo que me quedé rumiando durante toda esa noche y al día siguiente. Dijo que todos nos obsesionamos con el objetivo de mejorar este mundo, de dejarlo en las mejores condiciones para nuestros hijos, pero que lo que realmente tendríamos que plantearnos no es dejar un mundo mejor para nuestros hijos sino hijos mejores para el mundo. Me conmovieron esas palabras. Porque es verdad que siempre he creído en hacer políticas sostenibles, en dejar esta isla a las siguientes generaciones en mejores condiciones que cuando nos la encontramos. Aquella joven tenía razón. Ella era el perfecto ejemplo de una gente mejor. De personas que son capaces de trabajar y de comprometerse en proyectos solidarios. La educación, los valores, la cultura del esfuerzo y el estímulo del talento, es la mejor garantía de que vamos a dejar mejores personas en el mundo. Y son las personas las que hacen el mundo, no al revés.

Son personas como Pepe. Alguien que un día decidió que las cosas no sólo las cambiamos quienes hacemos proyectos y planes en las instituciones. Que hace falta también que alguien se vaya a las trincheras. En el Cabildo aprobamos un proyecto llamado Barrios por el Empleo con el que pretendemos dedicar dinero a proyectos importantes para crear trabajo y desarrollo en barrios de nuestras ciudades y pueblos. Pepe se lanzó por esa idea y la cogió por las orejas para llevársela hasta Añaza. Allí ha puesto en marcha dos proyectos medioambientales, rehabilitando un barranco – que posee interesantes especies de flores endémicas- haciendo huertos urbanos, creando un centro de visitantes y formando a unos veinte jóvenes para que en un próximo futuro hagan de guías. Y además se lanzó a crear una cocina industrial donde se va a dar formación para el sector de la hostelería y –por las tardes- se hará un catering para jóvenes del barrio. Y todo eso lo hace Pepe porque tiene el convencimiento de que él también tiene que transformar Añaza en un lugar mejor a base de hacer mejor a la gente.

En cualquier rincón de esta isla se puede uno encontrar gente así. Gente maravillosa. Gente estupenda. No va en las listas de ningún partido, ni les interesa, pero respetan la política. Critican las cosas sin rabia, con serenidad y sentido común. Uno se puede tropezar por esos montes, camino de la corona forestal, a un anciano de rostro arrugado con el que puedes hablar de apicultura, de cuando la gente del pueblo recogía la pinocha que servía para las cuadras y para empaquetar los plátanos o de cuando en los colegios públicos pasaban a darles leche a los niños desnutridos. Hablas de aquellos años duros, de estrecheces y hambruna. Y te das cuenta de que ese anciano habla con nostalgia de ese mundo. Que no se está quejando. Te das cuenta que él y su generación pasó por aquellas dificultades y miserias trabajando de sol a sol. Y que ahora, cuando nos quejamos de casi todo, él sigue ahí, en la finca, con la cara llena de arrugas, trabajando igual que siempre. Sin quejarse. Ofreciéndote un vaso de vino, de su vino, y una sonrisa. Gente mejor que hizo un mundo mejor para gente como yo. Y como ustedes. Hay mucha gente así en Tenerife. Y en cuatro años, trabajando en el Cabildo, tienes oportunidad de encontrártelos. Y aprender de ellos y sus experiencias. Como Pepe, el cura de Añaza. Como la joven voluntaria. Como el anciano agricultor. Gente que trabaja, como nosotros, para arrancar las malas hierbas. Para que las semillas de nuestra juventud crezcan poderosas. Para dejarle una gente mejor a un mundo mejor. Hoy sólo quería acordarme de ellos y darles las gracias.