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Juego de pactos

SUJA
SUJA

Por DOMINGO NEGRÍN

Después de la celebración llega la resaca. Tras la emocionante noche electoral, ayer fue un día de recuento de voluntades. El domingo, nadie se emborrachó de éxito ni hubo intoxicación por consumo abusivo de soberbia política. Los líderes no descorcharon botellas de champán ante el riesgo de ponerse morados por el golpe del corcho en un ojo.

Como candidato de la formación con mayor número de escaños, CC, a Fernando Clavijo le corresponde mover ficha en el tablero del juego de pactos. Por su parte, Patricia Hernández intentará hacer valer su caudal de votos electorales. La aspirante socialista ha ganado en términos relativos, esa es la verdad. Pero habrá perdido si no rentabiliza el crédito ciudadano. Salvo que Clavijo renuncie o se anulen los comicios, Hernández no será presidenta. Además, desde al etapa preautonómica existe un acuerdo tácito que se ha convertido en costumbre por el cual los dos principales cargos del Ejecutivo se reparten entre las dos provincias. De hecho, hasta ahora nunca han coincidido un presidente con un vicepresidente o vicepresidenta de la misma demarcación territorial. Ya en los inicios, Jerónimo Saavedra nombró a Antonio Martinón, luego a Juan Albero Martín y más tarde a Manuel Hermoso. Así hasta a Paulino Rivero, que en ocho años tuvo a José Manuel Soria, María del Mar Julios y José Miguel Pérez. Por lo tanto, sería la primera vez que se incumpliera esa precepto no escrito. El Estatuto de Autonomía solo concreta que el vicepresidente residirá en una sede distinta a la del presidente.

En el supuesto de que CC decidiera reeditar el acuerdo con el PSOE, una de las tres combinaciones factibles vistos los resultados del 24M, la opción de Carolina Darias constituiría una alternativa que no chirría en los oídos de José Miguel Pérez y Pedro Sánchez. Una posibilidad que se va consolidando con el transcurrir de las horas y el procesamiento de los datos consiste en que Nueva Canarias se incorpore a la fiesta del consenso. Recursos para garantizar la estabilidad no le faltan a Román Rodríguez. Cuenta con el aval del crecimiento de su representación parlamentaria: de dos diputados a cinco, que se dice pronto. A ello añade el avance experimentado en su feudo grancanario. La colaboración con NC facilitaría el regreso del PSOE a la corporación insular. Los cinco consejeros socialistas completarían la mayoría absoluta que necesita Antonio Morales, que llega con nueve. Para el Ayuntamiento capitalino se proyectaría un tripartito entre el PSOE, LPGC y NC para desalojar al PP. Un pequeño detalle dificulta la puja del trío de ases: Ana Oramas no quiere a Santiago Pérez en el equipo de gobierno local de La Laguna. A la alcaldesa no le conviene. Ella prefiere que José Alberto Díaz busque el apoyo de Javier Abreu y la complicidad de los dos ediles de Ciudadanos. Simultáneamente, en la agrupación del PSOE son conscientes de que el ex secretario general insular se los comería vivos si permiten que entre en la cocina.

Para elaborar el postre se ha quedado el PP. José Manuel Soria endulza la derrota con pasteles caseros. El ministro los ofrece en bandeja a Clavijo en dos modalidades: con azúcar o especial para diabéticos. El café lo sirve Casimiro Curbelo en tres trazas. Una versión sería un Gabinete consentido por la ASG y la otra pasa por facilitar que CC gobierne en minoría hasta las generales para no comprometer a los nacionalista en un eventual y contagioso desastre del PP, más grave aún que el del 24M. No es baladí que el instrumento de los presupuestos del Estado estén en manos amigas.

Las espadas plantean una interrogante detrás del trono.