Ligeros de equipaje >

Miedo a envejecer – Por Wladimiro Pareja Ríos

Mi abuela, cuando yo era niño, me llamaba para que le contase las arrugas de la cara, después le dio porque quería que le sumase cada una de las canas y más tarde cada una de las manchas que tenía en las manos. Su vejez me ayudó a aprender a sumar. Competíamos por ver a quién le faltaban más dientes, ella por su ancianidad y yo, en mi infancia, por ir perdiendo “los de leche”. Ahí aprendí a restar. Hacerse viejo no era motivo de disgusto, ella lo compartía con sus nietos, nunca le vi buscando un elixir para la eterna juventud… eso no le interesaba, simplemente lo asumía. Hoy los medios de comunicación nos bombardean incesantemente, sobre todo a las mujeres, con cremas y tintes cosméticos que eliminan arrugas y canas, con cirugías en busca del cuerpo perfecto. Demasiada presión para que lo quieran a uno. ¿Y quién soy yo para luchar contra los efectos de la llamada fuerza de la gravedad? A Newton le cayó la manzana en la cabeza, pero veo que a otros es el peso de los años quien los aplasta.

Buscan pedir caridad al tiempo para que borre las líneas de expresión que tanto nos ha costado pintar en nuestra cara, en nuestras manos: suponen nuestras señas de identidad, nuestras alegrías y nuestros dolores. Los invito a cuestionar la falsa creencia de que belleza y juventud nos darán la felicidad y que, por el contrario, la vejez es sinónimo de tristeza y enfermedad. Eso no es cierto. Estamos en una cultura donde las edades avanzadas no son concebidas como un valor sino como un lastre, ya que todo se mueve a altas velocidades y todo lo que se enlentece simplemente es desechado. En el punto opuesto habrá que entender que envejecer no significa abandonarse, sino aceptar los efectos de la edad y cuidarnos. Hay un valor sólido en la experiencia. Me acabo de dar cuenta de que mi abuela no me enseñó ni a multiplicar ni a dividir, pero si que me mostró algunas buenas actitudes para andar por la vida como la calma, estar sereno, escuchar al otro con la tolerancia que dan los años.
*Psicólogo
wladimiropareja@gmail.com