He dicho cambiar, no colgar los hábitos. Ha dejado de lado la trapense y mendicante orden de los jesuitas (que no visten precisamente trapos) para hacerse franciscano. Franciscano del papa Francisco que, casualmente, no es franciscano sino jesuita. Y ha decidido hacerse franciscano porque recibió un correo del Vaticano con la primera encíclica de Jorge Mario Bergoglio, dedicada a la protección de la Madre Tierra. Así que don Carlos ya no le coge el teléfono al gerente de la diócesis de Tenerife SL, el obispo Bernardo Álvarez. Y no tiene previsto destinar ni un euro más a repararle campanarios, espadañas, tejares y otras lindezas conventuales con cargo al erario público de la institución insular.
En consonancia con la encíclica, destinará los euros a montar un radar meteorológico en las cumbres de Bolico, de Buenavista del Norte, que mejore las condiciones de predicción del tiempo en la zona y en toda la isla de Tenerife, bajo su jurisdicción, porque ahora toca ser ecologista, como el papa argentino, en lugar de albañil misacantano de diocesanos ávidos de recaudar recursos públicos para la reconstrucción de los bienes y patrimonios de la institución episcopal. Alonso ha firmado el acuerdo con la agencia estatal de meteorología.
Lo que tiene su ventaja. Los cosecheros sabrán el año que viene si las papas negras de El Palmar se van a mojar más o menos, en función de la llovizna que les pueda caer encima desde el anochecer hasta el alba. Lo que es de agradecer. Alonso se podría ganar el cielo de manera más loable: arreglando de una vez la curva de la gasolinera de La Laguna, en la que hay estampidos a diario por culpa del acceso directo de coches, desde dos calles de la vecina ciudad, que desembocan derechitas en la TF-5. Pero…, las carreteras no son su prioridad. Además, no podrá arreglar la curva de la TF-5 hasta que Matt Damon haya grabado en la Isla escenas de su serie, pues es propósito de la productora poner al actor al volante de un veloz cochazo para que se dé el trompetazo en el citado tramo de la mentada autopista. La escena quedará guay. Y el anillo insular, sin terminar. Vayan por Tijoco y miren: desastre total. El suroeste tinerfeño desarmado desde el punto de vista vial. La zona vial más importante de la Isla en estos momentos, en que el turismo remonta, hecha una porquería. Excusas, excusas y más excusas. Que si un puente, que si dificultades técnicas y presupuestarias. Y, nosotros, a callar.
Pensaba seguir escribiendo hasta copar mi cupo, el espacio que este diario me concede cada domingo. Pero no me apetece. No tengo ganas de seguir. Sé cuándo dejarlo. No como otros. Que no paran de figurar. El Señor nos proteja a los tinerfeños durante los próximos cuatro años.