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Ana María es una persona

Así encontraron a Ana María en la improvisada morada que encontró en un banco de Playa de Las Américas. / DA
Así encontraron a Ana María en la improvisada morada que encontró en un banco de Playa de Las Américas. / DA

TINERFE FUMERO | Santa Cruz de Tenerife

Ana María es una mujer de 72 años de edad y nacionalidad italiana. Llegó a Tenerife como uno de tantos y tantos visitantes de nuestra Isla, pero el viaje de Ana María fue sólo de ida: nunca volvió de allá de donde procediera.

Ana María malvive en Tenerife desde hace unos 20 años. Se sabe que, durante un tiempo, su malhadada existencia actual transcurrió por las calles de Santa Cruz de Tenerife, pero siempre ha preferido el litoral de Arona, donde muchos la conocen como La sabinosa porque, cuando le crece el pelo, se le queda de tal manera que recuerda al retorcido árbol que es símbolo de la isla de El Hierro.

Ana María fue localizada la semana pasada por efectivos de la Policía Local de Arona en un banco ubicado en un paseo de Playa de Las Américas. Dicho banco es el último paradero conocido de la italiana, y tales condiciones son intolerables para un ser humano.

Ana María vivía, hasta el otro día, sobre un banco de la avenida de Rafael Puig Lluvina, una de de las vías principales de ese emporio turístico del Sur de Tenerife, donde varios municipios reciben más turistas al año que, por ejemplo, todo Cuba.

No se deja

Ana María recibió el pasado día 10 la visita de los agentes municipales que, nada más ver el lamentable estado en que se encontraba, alertaron al Centro de Coordinación de Emergencias y Seguridad (Cecoes) 1-1-2 del Gobierno de Canarias. Desde allí se envió una ambulancia de soporte vital básico, que llegó a los pocos minutos, pero los efectivos del Servicio de Urgencias Canario no pudieron examinar a la mujer ya que ésta se negó a someterse a la exploración. Ana María guardaba de todo en el banco donde malvivía.

Los policías locales aroneros dan cuenta en un informe de la enorme cantidad de efectos personales que había en el lugar, y entre los que abundaban las piezas de ropa, los peluches y los zapatos.

Ana María también guardaba gran cantidad de restos de comida, envases plásticos, cajas de pizza, botellas de cerveza, de agua, etc. A buen seguro que tal acumulación de restos se encuentra en el origen de que, cuando la mujer se levantó del banco a requerimientos de los agentes, desprendiese un olor que los funcionarios describen como nauseabundo y fétido, y de que encontraran lleno de gusanos y restos de putrefacción los bajos del banco donde malvivía.

Ana María se fue del lugar por su propio pie mientras los servicios de limpieza del Ayuntamiento de Arona despejaban la zona para alivio de los numerosos comerciantes y turistas que habían alertado sobre su presencia en este lugar.

Ana María fue atendida en su día por la Unidad Móvil de Acercamiento (UMA) del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Un médico de este loable servicio de atención a las personas sin hogar recomendó su ingreso en la Unidad de Psiquiatría del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria. De allí fue derivada a un centro de mayores en el santacrucero barrio de Ofra, que abandonó luego por decisión propia.

Ana María tiene una prima en Italia. Es el único familiar con el que han logrado hablar los especialistas del UMA. Según dicha prima, los familiares vivos más allegados de la mujer están ingresados en centros psiquiátricos, aunque se desconoce si el dato es cierto.
Ana María es una persona, pero ni vive como tal ni parece que nadie logre ponerle remedio.

El búlgaro, las niñas de la cueva, los okupas…

El secretario general del Sindicato Independiente de Policías Locales, José Juan Mesa, manifestó ayer en conversación con este periódico, el malestar de la organización por el caso de la indigente recientemente desalojada. “No podemos comprender cómo es la Policía Local quien tiene que hacer frente a un caso de estas características sin tener noticias de los Servicios Sociales municipales”, se lamenta Mesa, quien reconoce que no es la primera ocasión en la que se encuentran en esta situación.
Y es que el caso de Ana María, la italiana que lleva unos veinte años deambulando por calles de Arona, no suena extraño para los que siguen la crónica de Sucesos. Su perfil como indigente con problemas de salud mental que malvive durante años por el emporio turístico sin recibir atención es similar al del tristemente célebre Dejan Deyanov, el búlgaro que decapitó a una turista inglesa en una tienda de Los Cristianos.

Otro caso tan reciente como llamativo fueron el de la alemana que abandonó a sus dos hijas pequeñas en una cueva del municipio a cargo de un compatriota al que acababa de conocer, un tema que obtuvo gran resonancia en la prensa alemana tras ser adelantado en exclusiva por el DIARIO de AVISOS.

Aún más cercano en el tiempo está el asunto de los okupas que, con hijos pequeños y todo, invadieron una urbanización de lujo y acabaron utilizando el recinto en cuestión para la venta de sustancias estupefacientes, lo que terminó con una redada en la que se practicaron al menos ocho arrestos y se incautó gran cantidad de marihuana.