VERÓNICA MARTÍN

Celia Sánchez-Ramos: “El exceso de luz de los leds generará muchos problemas oculares en dos años”

La doctora en Óptica impartió esta semana una conferencia en el Colegio de Farmacéuticos. /.FRAN PALLERO
La doctora en Óptica impartió esta semana una conferencia en el Colegio de Farmacéuticos. /.FRAN PALLERO

Celia Sánchez-Ramos es doctora en en Medicina Preventiva y Salud Pública por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y doctora en Ciencias de la Visión por la Universidad Europea. Es una de las científicas con más patentes licenciadas y en uso del país y tiene una preocupación que transmitir: vivimos con un exceso de luz del rango ultravioleta (del azul al violeta) que emiten los dispositivos electrónicos. Este aumento está generando problemas en la visión que pueden convertirse en muy graves en los próximos años. Calcula que en dos años la situación será muy grave. Esta semana estuvo en la Isla para hablar de este asunto invitada por el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Santa Cruz de Tenerife. Su curriculum es impresionante y en 2012 fue investida doctora Honoris Causa por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo por su apoyo a la translación del conocimiento científico a la sociedad.

-¿Cuáles son esos daños producidos por la luz de los que ha venido a hablarnos?

“Vivimos en un mundo donde la luz marca nuestra vida porque el 85% de la información se recibe por el sentido de la vista. Sin luz no podemos ver: el entorno sigue existiendo, pero al no estar iluminado, no es una escena. Hemos llegado a un momento en que la cantidad de luz es excesiva y acumulativa y puede ser un elemento muy tóxico”.

-¿Qué significa acumulativa? ¿Es como lo que ocurre con el Sol y la piel?

“Exacto. En el mundo en el que vivimos la luz natural que soportamos es mucha, pero lo que se ha incrementado en solo cinco años, con los dispositivos móviles, es la artificial proveniente de los leds. En el mundo actual, el elemento iluminado es más visible y los escenarios privados y públicos se llenan de luz”.

-¿Qué ha pasado en nuestros ojos en estos cinco años de cambios tecnológicos?

“Estos cambios tecnológicos han supuesto un añadido a la luz de manera exponencial. Sin embargo, nuestro receptor sigue siendo el mismo y, además, vivimos muchos años más. Por todo, un órgano como el sistema visual en su conjunto tiene que procesar mucha más información con el mismo sistema y con la particularidad de que ese trabajo lo realizan neuronas que son las mismas, o menos porque van menguando en el 3% a partir de los 60 años, desde que nacemos. Tenemos que concienciarnos de manera expresa de que estamos abusando de nuestros órganos visuales”.

-¿Qué problemas nos genera este abuso?

“Este daño es producido por la luz, son daños fototérmicos, fotomecánicos o fotoquímicos que van a provocar problemas de falta de visión o escotoma. Esto, si se produce en forma periférica el propio sistema -que es muy sabio- incluso lo puede neutralizar, pero si se produce en la zona central, en la mácula, el problema es mayor porque esa zona nos permite la diferenciación de las imágenes y podemos tener problemas graves para leer, conducir, etc. Son cosas que antes solo se asociaba a la edad… pero ahora tenemos el problema de la luz. Pero es algo de lo que no se habla. Calculo que en los próximos dos años tendremos muchos problemas en los hospitales por este asunto”.

-¿De qué tenemos que hablar ahora entonces?

“Este 2015, que es el año de la luz, tiene que ser el año de la concienciación social. Tenemos que saber identificar qué es lo que más daño hace y es la luz más cercana al ultravioleta. El 23% de la luz con la que convivimos que tenemos es violeta y azul: ese es el problema. No hay que ser alarmistas, pero sí hay que ser racionales y conocer el problema para dar las soluciones. Propongo que nos fijemos en este asunto”.

-Es que hasta ahora no habíamos nunca hablado de la relación entre la luz y nuestra salud…

“Efectivamente. Hemos hablado de la bondad o maldad del agua y del aire, pero nunca habíamos hablado de esto. Esto es el principio de una aventura a favor de purificar la luz, quedarnos con lo bueno de cada una de las cosas. Hace 14 años empezamos a estudiar este fenómeno con animales de experimentación en la Universidad Complutense de Madrid, cuando no había tantas pantallas y nos dimos cuenta de que esa parte del ultravioleta era dañina. Es justo la que emiten los leds que retroiluminan los dispositivos móviles y ordenadores”.

-Renunciar a la tecnología hoy en día es inviable. ¿Qué podemos hacer?

“Al igual que ocurre con el agua o el aire, hay que filtrar esa luz. ¿Cómo lo hacemos? Mediante algo que nos parece fascinante: lo podemos hacer con las lentes. Hay ya tecnología como la CSR o filtros que se utilizan para las pantallas y para las gafas que permiten eliminar parte de esta luz azul. Luego, hay otros trucos como quitarle luminidad a las pantallas; no usarlas con todo oscuro por la noche; compensar con luz diurna; y parpadear de manera profunda para que las lágrimas se hagan más densas y nos ayuden”.

-Muchos de los filtros de los que habla son precisamente patentes suyas. ¿Qué tenemos que mirar a partir de ahora a la hora de comprar unas lentes?

“Ya se fabrica en España un filtro que se llama CRS con el que la absorción de esa luz disminuye el 10%. Prats es el fabricante para las ópticas y también tenemos Reticare para las pantallas y un filtro para lentes de contacto”.

-Es evidente con esto que usted es una científica que cree en la transferencia tecnológica… es decir, convertir ciencia en productos.

“La innovación no existe si no hay transferencia y eso hay que decirlo. Los científicos españoles han sido muy obedientes, hace menos de 30 años nos decían que teníamos que publicar. Estábamos a la cola en el mundo y ahora estamos en el puesto nueve en producción científica. Pero la transferencia es una cuestión de cultura. He visto compañeros míos que no han podido patentar por explicar su innovación en un congreso científico. Hay que conocer las normas y transferir porque… ¿de qué nos sirve solo saber si no le ponemos solución a los problemas? Y hay una cosa que es de vital importancia que es la comercialización, algo de lo que no nos gusta hablar mucho pero que es esencial”.

-En este entorno, ¿cómo ha procesado las realidad de los recortes en ciencia?

“Con mucha tristeza porque un proyecto de investigación que se queda a la mitad es irreversible. He visto en mi entorno cerrar laboratorios con llave porque no tenían reactivos. Nos genera impotencia porque es gente con ganas trabajar”.

-Pero… ¿cómo podemos mejorar el sistema científico español?

“Se propuso en la Ley de la Ciencia el impulso al mecenazgo. Pero es algo que habrá que promover porque es el futuro de la investigación. La implicación de la empresa -si la hubiera- directa con la investigación debe pasar por unos convenios con fondos tanto privados como públicos, que son imprescindibles”.

-Hemos sido testigos en los últimos días de la reacción ante la polémica sobre la presencia de la mujer en los laboratorios. ¿Ha vivido usted discriminación?

“Creo que ha sido algo puntual de este premio Nobel (Tim Hunt). Las mujeres científicas estamos bien consideradas en nuestro propio entorno, que no es nada sexista. De hecho, cuando leo un trabajo no sé si es de un hombre o de una mujer. Lo que ocurre es que las mujeres no llegan a puestos de alta responsabilidad porque se quedan por el camino por otras responsabilidades, pero no porque nuestros compañeros no nos dejen o nos valoren. Llegamos muy pocas a la cima -a ser investigadoras principales- por la maternidad. Nuestras obligaciones como madres nos las tomamos tan en serio que deceleras lo demás”.