Lo prometido es deuda. Acabé la semana pasada remitiéndoles a esta diciendo que escribiría del Gobierno de Rajoy y de su no cambio de gobierno, salvo lo de Wert que ha exigido el relevo, que en ningún momento ha sido una crisis de gobierno. Nos ha caído como premio una perla de pedigrí auténtico. Mientras, lo De Guindos, si es que sale lo de Europa, que esta por ver. Yo soy de los que no oye ese tic, tac, tic, tac… del que últimamente se repite con asiduidad y, de forma más intensa, en las redes sociales, pero sé a ciencia cierta que en Moncloa hasta retumba y deja un eco que ha empezado a volver loco al actual inquilino de ese frío complejo de oficinas que alberga la presidencia del Gobierno. Claro que ante esa onomatopeya, el nerviosismo ha saltado los muros del recinto presidencial, probablemente como consecuencia del resultado electoral del pasado 24 de mayo, o lo más seguro, como secuela de la política neoliberal dictada por la troika, el Fondo Monetario Internacional y la UE, en su conjunto o unánimemente. Lo que también se deja ver es que las relaciones del presidente y del candidato Sánchez no gozan de buena salud, y eso es que las encuestas secretas están pintando muy feo para los del bipartidismo. Pueden oírse en sede parlamentaria maltratos verbales, preferentemente del presidente, al líder del partido mayoritario. Sin estar allí Pablo Iglesias también se lleva sus halagos en forma de exabruptos.
Cuando el presidente descansa le sigue la vicepresidenta para todo, con el mismo tono agresivo. Incluso, se ve que como consecuencia del último cambio de estructura en el PP se puede interpretar que las escuela FAES ha entrado en acción. Que Rajoy impute, por medio de la Fiscalía, a un concejal de Madrid, por un comentario en Twitter, entiendo que con actos como esto se esta llegando a una total arbitrariedad y al entrar de esa manera en la libertad de expresión nos arriesgamos a saber cómo se empieza, pero no cómo se acaba. Es lo que se puede deducir y dilucidar de la ley mordaza que se viste de largo a partir de mañana. Todo esto es real y no ha salido del Manicomio de Kafka. No es que este en proceso, como diría este autor, es que lo estamos viviendo y es obra actual e innegable, fruto de una desesperación o rabieta de niño malcriado, que si el no juega rompe la pelota, pues lo de la baraja es pecado y mucho más si es con dinero. Real es también avisar a los incautos que piquen el azuelo de una bajada del IVA porque la economía ya ha alcanzado esa velocidad de crucero. Todo en una mente preparada para mentir, “si fuera necesario para salvar la nación” de “populistas radicales” de Podemos y sus actuales socios. Real es no disolver las juntas electorales provinciales y central, para continuar con la incertidumbre de convocatoria electoral si en septiembre con las catalanas o en noviembre por fin del mandato. Real es preparar unos presupuestos generales del Estado adelantadamente, con el fin de hipotecar en cierta medida compromisos adquiridos con anterioridad al acto de las urnas. Entiendo que cualquier ley puede ser derogada por el nuevo ejecutivo si los números dan la mitad más uno en el Parlamento, pues la ley de presupuestos es una ley orgánica y necesita tal requisito para ser invalidada. Pablo Iglesias se equivoca, tanto en las formas como en el fondo, con sus declaraciones sobre la propuesta de IU y no es que eso me parezca a mí, que también, sino además imita a los que les critican. Grave error. “Escribir es siempre protestar, aunque sea de uno mismo”. Esta frase de Ana María Matute, con la llegada de la ley mordaza tiene, si cabe, un auténtico vigor. Y yo, por no caer en egocentrismo ni pedantería, escribiré de los demás y preferentemente de los políticos.