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Esta no es una Torre de Babel – Por Carlos Alonso Rodríguez

Hace no muchos años, en nuestro país, muchas personas de diferentes ideologías, edades y clases, se encontraron en una de esas encrucijadas en las que de tanto en tanto pone la historia a las naciones. Hoy se habla de aquellos años de la Transición española como de una especie de milagro y de confluencia de gente extraordinaria. Pero si uno se estudia bien todo lo que pasó –sobre todo los que somos demasiado jóvenes para haberlo vivido- lo primero que percibe es que las personas que hicieron posible la consolidación de la democracia no eran muy diferentes de nosotros. No eran extraordinarias. Pero hicieron cosas extraordinarias.

Lo que distingue nuestra época de aquella no es que estemos menos preparados, que tengamos ideas más enfrentadas o que los problemas que debemos resolver sean más graves. La gran diferencia es que en ese momento justo en la vida de España la gente era capaz de colaborar, desde posiciones muy diferentes, para lograr objetivos comunes que beneficiarán a todos.

Es muy fácil encontrar cosas que nos unen, si nos ponemos a ello. Pero la cultura política contemporánea consiste en profundizar y agudizar las diferencias. Y creo que ya va siendo hora de hacer justo lo contrario: trabajar para establecer espacios comunes en los que podemos colaborar. No somos peores que nuestros antecesores, ni estamos menos preparados, ni hemos sido castigados con una maldición bíblica que nos hace hablar lenguas distintas como en la Torre de Babel.

En el Cabildo de Tenerife he tenido la suerte de encontrarme con políticos y funcionarios con los que he podido sumar esfuerzos desde el respeto a las diferencias y las discrepancias. La gente que me conoce dice que soy muy duro a la hora de cambiar de opinión. Igual es verdad. Pero en muchas ocasiones lo he hecho. Porque me he acostumbrado a escuchar. Y es sorprendente como, cuando uno escucha, puede mejorar sus propias ideas. O darse cuenta a tiempo de que ha estado a punto de meter la pata. Nuestros abuelos decían eso de que “cuatro ojos ven mas que dos”. Y es bien cierto. Las mejores cosas que hemos hecho son el fruto del trabajo de mucha gente, que es capaz de aportar lo mejor de sí mismos a un proyecto. Para conseguir esa sinergia, esa fuerza colectiva, sólo existe una receta posible: dialogar con los demás y establecer, entre todos, cuáles son los objetivos comunes que todos compartimos, que todos creemos positivos y por los que todos estamos dispuestos a trabajar.

Así hemos empezado ahora en el nuevo Cabildo. Queremos establecer un compromiso de objetivos para nuestra isla. Entre todos y sin excluir a nadie. Pero tampoco sin obligar a nadie. Y existen proyectos, ideas y sueños para Tenerife en los que muchos estamos completamente de acuerdo. Así que sólo se trata de tender la mano. Gobernar es servir. Y si no servimos -en los dos sentidos- no gobernaremos. En este Cabildo debemos contar con la fuerza de todos y la capacidad de todos. Entre otras cosas porque lo necesitamos. Los problemas que teníamos hace unos meses siguen entre nosotros y la exigencia de solucionarlos, de hacerles frente, sigue demandándonos que nos pongamos a ello cuanto antes.

Tenemos ante nosotros cuatro años especialmente complicados, pero seguramente mejores que los últimos que hemos padecido. Van a ser los años de la salida de la crisis. Pero muchas familias no podrán atravesar esa salida si no las ayudamos. Miles de tinerfeños necesitan que demos un empujón formidable a las obras públicas, a los servicios sanitarios, a las comunicaciones, al empleo, a los idiomas, a la formación, a la atención a los mayores… ¿Es difícil que para hacer todas estas cosas nos pongamos de acuerdo aunque tengamos diferentes ideologías? Yo creo que no. Creo que es el momento de hacer lo que hicieron otros, antes que nosotros: entendernos. Encontrar aquellos proyectos en los que estemos de acuerdo y hacer que nos una el mismo objetivo. Estos días y ante el revuelo mediático formado a cuenta de esta propuesta de consenso, mi hijo de diez años me preguntó por este asunto y tras darle esta misma respuesta lo entendió a la primera. Es lo que suelen hacer a su edad, trabajar y jugar en equipo. Y si él y su generación pueden comprender esta forma de actuar, cómo no van a hacerlo los adultos. Esa será nuestra forma de gobernar en favor de Tenerife y de todos los tinerfeños. Una manera en la que hacemos falta todos y no sobra nadie. Excepto aquellos que no quieran o no sepan colaborar por esta Isla.