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Investigación por encima de sus posibilidades

Servicio de Apoyo a la Investigación de la ULL
El Servicio de Apoyo a la Investigación de la ULL realiza numerosos trabajos científicos para empresas; en la imagen, varios de sus investigadores. / S. M.

Los fondos públicos se han desplomado y han complicado más aún la relación entre universidad y sociedad. El lamento, que es compartido por todas las universidades españolas, ha quedado perfectamente argumentado en la Encuesta de Investigación y Transferencia de Conocimiento elaborada por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) a partir de datos de la mayoría de los campus, entre ellos los canarios. Entre 2010 y 2013, el dinero público para investigar se redujo un 28%, de 1.217 a 877 millones de euros. El recorte en inversión directa para proyectos de investigación fue más drástico: de 599 se pasó a 373 en todo el país. Pero, ¿cómo se traducen estos datos en el día a día de una universidad?

La investigación ha padecido los efectos de la crisis y seguirá sufriéndolos por lo menos algunos años más. El trabajo elaborado por la CRUE demuestra que la Universidad de La Laguna (ULL) se resintió: publicó menos tesis y menos artículos de impacto en revistas especializadas y perdió personal. El descenso en el número de becas y de proyectos desincentivó a aquellos que se querían convertir en doctores. Al mismo tiempo, el Gobierno central impuso una tasa de reposición del 10% – de cada 100 jubilados solo se sustituye a diez-, y el personal docente e investigador de la ULL comenzó a descender. Según datos de la propia universidad, en 2010 el PDI estaba compuesto por 1.716 profesionales y a finales de 2014 solo por 1.606. La diferencia es de 110.

La combinación de menos dinero y menos profesionales tuvo consecuencias. Así, si en 2012 se publicaron 1.105 artículos, en 2013 este número bajó hasta 1.036. Algo similar ocurrió con las tesis: de 128 se pasó a 86. El número de patentes, que en la Universidad de La Laguna está alrededor de 8, se ha mantenido, pero la tasa de éxito -indicador que mide los proyectos financiados- ha bajado del 54% al 37%.

[sws_pullquote_left]El centro perdió 110 docentes en cuatro años al no poder reponer muchas jubilaciones[/sws_pullquote_left]

Las cifras no son alarmantes, sino dignas de elogio para la nueva directora de la Oficina de Transferencia de los Resultados de la Investigación (OTRI), Raquel Martín. Esta mujer – acaba de ser nombrada por el nuevo rector Antonio Martinón pero iba en la plancha de Juan Capafons, otro de los candidatos a dirigir la institución- tiene una gran trayectoria profesional, viene de dirigir el Servicio de Apoyo a la Investigación de la ULL y conoce bien los problemas de los investigadores. Está convencida de que en la Universidad “se publica mucho más de lo que se está recibiendo en fondos y también se consiguen más patentes”. Marín admite que el recorte de fondos afecta, y alerta de que en el futuro, cuando la CRUE tenga disponibles los datos de 2014 y 2015, el panorama puede ser más complicado. “El recorte de fondos de este bienio ha sido muy importante, pero se verá reflejado en el siguiente, porque el fruto del trabajo sale años después de recibir los fondos. Vamos a ver cómo quedan los números dentro de dos años con este recorte en financiación que ha habido ahora. Sin embargo, de momento, el mensaje en general es que los investigadores están publicando por encima de sus posibilidades financieras”.

Con respecto a la merma de la plantilla, Marín también es consciente de que la medida anticrisis impuesta desde el Ejecutivo central ha tenido consecuencias, sobre todo para una universidad como la de La Laguna, donde la media de edad es de 57 años, lo que la convierte en una de las instituciones con la plantilla más envejecida. “Hay muchas jubilaciones y en los próximos años va a haber todavía más, pero la tasa de reposición está siendo muy bajita. Una cosa que están haciendo las universidades con sus fondos propios es volcarlos en contratación. Pero claro, los fondos propios dependen de cada comunidad autónoma. Y, evidentemente, si no se repone el PDI que se jubila la base docente e investigadora cae en picado”.

El mantenimiento del número de patentes es uno de los aspectos que más destaca la directora de la OTRI. Aunque hay universidades como la Politécnica de Madrid, que tienen más de 50 patentes, Marín insiste en que la especialización de cada centro es clave para entender estos números. “En el bienio 2012-13 logramos ocho patentes y tenemos tres más que están extendidas; eso quiere decir que se tienen también a nivel internacional. Y en el bienio nuevo ya tenemos una patente más. La media de patentes es esa, ocho. Es verdad que hay universidades que tienen un montón, como la politécnica de Madrid o la de Barcelona, pero también hay otras que no tienen ninguna. El peso de las ingenierías es fundamental. El área de la salud también cubre bastantes gracias al mercado de la empresa farmacéutica. Nosotros, en cambio, no tenemos tanto peso en ingeniería y sí en humanidades, que patenta menos, por razones obvias”.

En cuanto a las tesis, el impacto de la crisis ha sido fundamental. “Cuando tú haces una tesis no solo tienes que comer tú, también necesitas los materiales para hacer la tesis, y eso lo tiene que poner un proyecto o una beca. Estos años hemos visto cómo ambas cosas disminuían y la consecuencia ha sido esa, que hay menos doctorandos y se leen menos tesis”.

En regiones como Canarias, donde la mayor parte de la investigación se realiza dentro de las aulas universitarias, la disminución de fondos amenaza con alejar más la universidad de la sociedad.

Transferencia de conocimiento

65 campus, casi el 100% de la actividad investigadora. La Encuesta de Investigación y Transferencia de Conocimiento de las Universidades Españolas 2012-2013, que fue presentada esta semana en un congreso en la Universidad de Alcalá al que asistió Marín, es una radiografía elaborada con los datos que envían las propias universidades sobre su producción científica. Han participado 65 campus que representan casi el 100% de la actividad investigadora de estas instituciones, según el estudio. Los números evidencian los recortes de los últimos años, especialmente por parte de las administraciones públicas.

Las universidades más cercanas a la empresa. El estudio detalla el importe de contratación de I+D+i, es decir, el dinero que las empresas dan a las universidades para proyectos. Destacan la Universidad Politécnica de Madrid (53,9 millones), la  Universidad de Sevilla (29 millones), la  Universidad Complutense de Madrid (22, 5 millones), la  Universidad de Barcelona (22,3 millones) y  la Universidad Politécnica de Valencia (14,2 millones).

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Más dinero de Europa… y más burocracia

La financiación europea ha sido la gran salvación de muchos grupos de investigación durante los últimos años en toda España. Con el apoyo estatal y autonómico reducido a la mínima expresión, muchos investigadores han buscado fuera cómo continuar sus trabajos. Los números hablan por sí solos. Hace unos años, España se situaba en el puesto octavo entre los países receptores de estas ayudas y hoy ya es el quinto, cuenta Marín. En Canarias también se ha registrado un crecimiento considerable del número de estos proyectos.

“En La Laguna hemos tenido un aumento del número de solicitudes para proyectos europeos y un cierto retorno de esos proyectos. Este año, por ejemplo se concedieron dos proyectos europeos del European research by country (ERC), que suponen cinco millones de euros para la Universidad. Esas convocatorias son mucho más competitivas, pero compensa. Hay que seguir apostando por conseguir este tipo de financiación, aunque eso también requiera más carga de gestión. En una convocatoria nacional de salud, si te dan 100.000 o 150.000 euros para tres años es todo un éxito. Pero en una convocatoria de RC te pueden dar 2,5 millones de euros para cinco años”.

El problema es que estos proyectos también implican una mayor carga burocrática para los investigadores. Eso, unido al descenso del número de técnicos, ha desincentivado la transferencia de conocimiento en algunos centros. Marín considera que, a pesar de estas dificultades, en La Laguna han mantenido el tipo, y una prueba de ello es que muchos grupos de investigación se han aliado con socios europeos y han aprovechado las oportunidades que brinda el club comunitario a sus miembros.

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