El primer Borbón no quiso ser menos que el Rey Sol, su ostentoso abuelo y en 1720, en el ecuador de su reinado -el más largo de la historia española- instaló talleres de manufacturas para proveer el ajuar de los Reales Sitios. Entre ellas, destaca la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, que se instaló en una zona céntrica de la Villa y Corte (entre las actuales calles de Sagasta y Santa Bárbara y la plaza de Alonso Martínez, y contó con un director de excepción, uno de los más reputados tejedores de Amberes, Jacobo Vandergoten. Su contratación indignó a las autoridades belgas, que estrenaron su independencia con una abierta hostilidad contra España y encarcelaron, durante nueve meses, al artista.
Para poder cumplir su contrato tuvo que entregar todas sus propiedades, incluido su tejeduría, una de las más rentables del país. Los primeros trabajos reprodujeron cartones de los pintores flamencos de las escuelas de David Teniers y Philips Wouwerman, con escenas costumbristas y figuras en paisajes imaginarios. En 1734, su hijo mayor, llamado también Jacobo, instaló otra fábrica de alto rizo, que significó una modernización notable. Fernando VII unificó las dos empresas y se renovó el estilo con diseñadores italianos -Corrado Giaquinto y Jacopo Amicone- y franceses -Louis Van Loo y Michel-Ange Houase- y se contó también con González Tuiz y Andrés Calleja. De ese periodo data una historia de la famosa novela cervantina e iconos de indudable signo español. El ciclo áureo llegó con Carlos III y la dirección artística de Antonio Rafael Mengs, que contó con la colaboración del arquitecto Sabatini y una nómina de plásticos de primera línea, entre otros, Francisco Bayeu, Mariano Salvador Maella, José Camarón, González Velázquez, José del Castillo, Antonio Barbazza y, sobre todos, Francisco de Goya, que dio las más altas cotas de calidad a este género. La languidez que padeció con los últimos Borbones se compensó en 1996, con la creación de una fundación que garantizó su continuidad y apostó por incluir en sus trabajos obras de notables firmas contemporáneas, como José María Sert, Pablo Picasso, Antoni Tapies, Joan Miró, Salvador Dalí, Manuel Viola, entre otros muchos. Factoría y museo, instalado en un edificio neomudéjar, declarado monumento histórico-artístico, en pleno centro de Madrid (calle de Fuenterrabía, 2) es una propuesta cómoda y altamente instructiva para huir de las colas de los grandes centros culturales en un ciudad donde “hay gente para todo”.