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JOSÉ RAMÓN SENDRA – AGUA Y ACEITE

JSOE RAMON SEARA

José Ramón Sendra es un empresario peculiar, no solo por ser al tiempo funcionario público. Doctor Ingeniero en Telecomunicaciones, imparte clases en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. También lo es porque ha encontrado oportunidades de negocio en las complejidades burocráticas de las Islas, lo que le ha empujado a crear www.Icanduty.com, su último emprendimiento para intentar sortear los impedimentos que tienen las muchas empresas a la hora de vender productos en Canarias.

-Es usted empresario y funcionario, es como mezclar agua y aceite

“Tengo todos los problemas de los dos mundos”.

-¿Cómo llega a empresario?

“Veía que en la Universidad no avanzaba, todo lo que se hacía se metía en un cajón. Trabajas con mucho talento humano, al que formas, pero es evidente ese divorcio entre el mundo académico y el de los negocios. Trabajábamos con diversos proyectos, mientras hacíamos un proyecto de sensor biológico para aguas residuales -por encargo de Aguas de Barcelona- vino el ejército a vernos. Había ocurrido lo del 11-S y nos plantean si podemos adaptar el sensor para una tanqueta militar. Encima que tendría que ser por amor a la patria. Ya antes había trabajado con un proyecto de investigación, en el que me involucré económicamente porque los plazos de la burocracia resultaban inasumibles. Así que al final llegas a la conclusión que mejor hacer las cosas por otra vía y de ahí la decisión de crear empresa”.

-Nace entonces Inelcan, Ingeniería Electrónica de Canarias

“Nos especializamos en diseño, fabricación y comercialización de sistemas electrónicos de telemetría y comunicaciones móviles, localización y gestión de flotas, sistemas de seguridad bancaria y biosensores. También surge Sensia, dedicada a la investigación biológica”.

-Casi podría decir que nacen como spin-off en la Universidad

“En el sentido de ser empresas de base tecnológica, sí pero esto no se entiende mucho. Aquí pasas de héroe a villano en dos tardes. Hubo incluso quien me criticaba por, decía, aprovecharme personalmente del conocimiento de la universidad. ¿Aprovecharme? Todavía debo dos millones de euros y no he cobrado, a día de hoy, nada de la empresa. No estaba bien visto. Recuerdo que alguien del departamento me decía que mejor invirtiera en ladrillo, era lo que se llevaba entonces. Un profesor universitario es, siguiendo esa lógica, alguien que escribe artículos académicos, va a congresos pero no alguien que emprende. Es cierto que ahora ha cambiado algo y empieza a verse con mejores ojos esas iniciativas. Mi tercer sexenio universitario me lo han dado por creas empresas. Somos una especie de estrellas del rock pero igual en unos años volvemos a ser los apestados del grupo. Quizás por todo esto algunos consideren que es meterse en un berenjenal innecesario”.

-Es que son años sin ver beneficios…

“Y con fracasos. Nosotros creamos una solución para taxis que probamos en Vecindario y nos fue muy mal. No existía Google Maps y debíamos trabajar con unos que nos vendía Grafcan por 80 mil euros. Eran horrorosos y tuvimos que rehacerlos todos porque si alguien se subía y pedía que lo llevaran a un sitio, bien podría terminar donde dios perdió la boina. Cometimos muchos errores pero cambió mi percepción. Como profesor universitario pensaba que vendías ideas pero descubrí pronto, que como empresario, vendes proyectos porque esto es lo que la gente te va a comprar. Aquello fue nuestra primera prueba y nuestro primer fracaso. Hicimos una apuesta, incorporamos todo lo que teníamos, incluso pantallas táctiles cuando no se había desarrollado la tecnología tanto como ahora y hasta mi mujer trabajaba de telefonista o recorríamos las calles de Vecindario tomando buena nota y en detalle de los nombres de las calles. No salió bien, tampoco podíamos competir con los grandes del sector”.

-Pero siguen en el sector

“Sí, claro. Aquello nos enseñó mucho. Por ejemplo, fuimos a ver y conocer a los dueños de las empresas de logística, camiones, flotas, guaguas y demás”.

-¿Por qué no a los rent a car?

“Ahora es cuando lo estamos haciendo. Cuando una empresa alquila un coche no debe saber dónde está. Hoy es posible incorporar funcionalidades que ya sí son útiles para estas empresas, si pones o no gasolina, si lo sacas de la isla, si te metiste por carreteras que te has comprometido a no usar…”.

-¿Hay cosas que no hacen los actuales GPS?

“Un GPS en realidad te dice por donde debes ir mientras que nuestro sistema te ayuda a optimizar el funcionamiento de una flota de vehículos”.

-Hay grandes operadores y enormes outsiders. Google o Apple quieren entrar en los automóviles. ¿Son la amenaza de su negocio?

“No, al contrario. Nosotros pagamos una licencia anual a Google por sus mapas, es mucho mejor y más barato que aquellos que tuvimos que rehacer en 2004. Eso nos permite rebajar los precios y ser más competitivos, lo que nuestros clientes agradecen. Tom Tom es una competencia directa pero para nosotros la proximidad y el servicio postventa nos da una ventaja competitiva notable”.

-¿Una empresa tecnológica está condenada, para tener éxito, a ser comprada por un gigante del sector?

“Eso es algo que ocurre pocas veces por más que haga mucho ruido. El ciclo de vida de la empresa tecnológica es distinto, hay pocas barreras de entrada y cada día nacen muchas startups. Cuando se te ocurre una idea, empiezas a buscar y resulta que hay 500 similares. Eso no significa que no puedas desarrollarla. Lo que sí es cierto que hay que tener una capacidad enorme para gestionar una empresa gigante, habilidades distintas que creo yo no tengo”.

-También ha puesto en marcha otras cosas, como la tarjeta de seguridad bancaria

“El tema de la tarjeta no ha salido como pretendíamos. Estuvimos, incluso, en Silicon Valley pero es lo que te comentaba: la gente no quiere ideas, solo proyectos. Y cuando ibas a ver a una grande te decía, ¿quién lo ha implantado? Parece que la banca ha apostado por la tecnología móvil, que es mucho menos segura”.

-Las trabas administrativas también le han permitido otros emprendimientos

“Sí, de ahí nace Icanduty, de pretender superar las barreras burocráticas que establecen las autoridades con el despacho del DUA. Es una forma de resolver un problema, pero si mañana lo quitan, como dicen, yo estaré encantado de cerrar la empresa”.