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México, casi casi Afganistán – Por Gerardo Daniel Settecase

Salvo excepciones, desde hace dos décadas Estados Unidos dejó de prestar atención a sus vecinos de Latinoamérica, para acercarse mas a otras regiones del planeta. Y si bien a veces se agradece ser “invisible al ojo del patrón”, el caso de México es incomprensible pues, por tal actitud, un vecino con el que Washington comparte miles de kilómetros de frontera ya es una copia de Afganistán. Comparativa no antojadiza, pues, a la violencia del pasado domingo electoral y durante la campaña previa (20 candidatos asesinados), como ocurre en Afganistán, en varias regiones aztecas poder y control no están en manos de Gobierno central, regionales, Fuerzas Armadas y Policía, sino en las de “señores de la guerra” que trafican droga, se enfrentan violentamente entre sí, imponen gobernantes, corrompen políticos, jueces, policías y militares; los asesinan como a habitantes y emigrantes que van rumbo a Estados Unidos -tras explotarlos laboral o sexualmente-; hay incontrolables grupos de civiles armados para defenderse; ciudades donde impera el femicidio; y muchos desilusionados de la política, ante tal indefensión y desigualdad social, impidieron votar en algunas zonas, o se abstuvieron. Poco importa quién gobierne. México no logra ayuda de Washington pese a ser uno de los pocos firmantes del Tratado de Libre Comercio bautizado Nafta, donde la población solo ve expoliación a cambio de nada por parte de la Casa Blanca. Y como Nafta llaman en Latinoamérica a la gasolina, puede decirse que este beneficio unilateral, y tal falta de ayuda, alimentan la hoguera de desilusión popular que hunde cada vez más a México en una crisis institucional que Estados Unidos desprecia, sin advertir que tiene una copia de Afganistán en su frontera sur, donde solo falta un mesiánico quien, en nombre de algún histórico héroe azteca, haga volar todo por los aires.

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