1. Cuando yo hacía la radio desde la cama, es decir desde los comienzos de Radio Burgado hasta su venta, había gente que quería visitar mi casa de La Orotava para conocer cómo era mi dormitorio, ver el lecho de 2×2 desde el que transmitía y tocar el teléfono que usaba para los programas. A algunas personas, sobre todo mujeres, las dejé pasar. Incluso ciertas amigas mías quisieron conocer los detalles más íntimos del programa. Y me preguntaban. Yo les contaba que incluso había establecido conexiones en la radio mientras hacía el amor, algo realmente cierto. Tiene su morbo la radio desde la cama. En cierta ocasión, sonado como una maraca después de una noche de farra, le dije, hablando de Irak, a Iván García, que me apoyaba desde el estudio: “Iván, tú y yo hemos estado en Irak y sabemos lo peligroso que era cruzar la calle”. Imagínense qué disparate. Mi compañero de programa no se atrevió a desmentirme y esa grabación, en plan cachondeo, estuvo saliendo al aire años. Yo no he estado en Irak en mi vida, ni sé, aunque me lo imagino, lo peligroso que es cruzar una calle allí.
2. ¿Y qué me dicen de escribir un artículo con un par de copas de más? Es peor, mucho peor que conducir en esas condiciones. Equivocas las letras del teclado y no te salen sino auténticos disparates. No hagan la prueba, no se lo deseo a nadie y te sientes fatal contigo mismo. Escribir el puto folio urgente bajo los efectos del alcohol es terrible. Me sentía igual en la tarde que me fumé el único porro de mi vida, en Barcelona, cuando iba a tomar un avión. Un amigo magistrado, más acostumbrado que yo al género, me condujo a bordo prácticamente en volandas. Yo no era dueño de mí.
3. Cuando uno hace radio o televisión se despiertan algunas pasiones, sobre todo, en mi caso, femeninas. Una mujer estuvo a punto de acuchillarme en el Puerto de la Cruz, en cierta ocasión, y me pusieron escolta. La misma mujer, unos días después, me bordó un traje de magos y me lo regaló. Uno nunca sabe a qué atenerse con la multi pensante audiencia. Igual te quieren que te odian, aquí no hay distingos. No existe el centro de gravedad.
achaves@radioranilla.com