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Proceder y procedencia

No creo que a fecha de hoy exista en ningún otro club de fútbol un ambiente tan enrarecido como el que rodea al CD Tenerife. La renovación de Vitolo ha servido para escribir el último episodio de una guerra civil con demasiados intereses de por medio, en el que la entidad blanquiazul parece el fin último y la misma es ansiada -caiga quien caiga- por personas con actitudes que, si fuera ficción y no realidad, parecerían exageradas de lo grotesco que resultan. Como sucedió con Álvaro Cervera, Alfonso Serrano es ahora el muñeco ideal del pim, pam, pum dentro de una situación en la que el proceder parece casi tan importante como la procedencia ya que, haga lo que haga, algunos ya lo han sentenciado. Si renueva a Ricardo, Dani Hernández y Vitolo siempre podemos agarrarnos a la marcha de Cristo Martín para denominarlo godo, por ejemplo. Si eso se expresa en redes sociales llega más, permite hacer piña y frente común entre favoritos, retuits y peloteos entre amigos por conveniencia, y si llegado el momento de la calentura, o las ansias de conseguir el objetivo son tan grandes que nos hacen dar un patinazo, queda la tan manida posibilidad de recurrir a la libertad de expresión -un bien tan importante que llega a dar vergüenza algunos contextos en los que se utiliza últimamente- o directamente darle al botón de borrar. Además se puede hacer de manera anónima cambiando cierto grado de valentía por decir lo que nos venga en gana. No hace falta ni pensar, solo escribir. No me gustaría estar en el pellejo de Alfonso Serrano.

Aunque confeccione una buena plantilla, aunque la marcha de Cristo sirva para dar la oportunidad a otro canterano, aunque pelee por el ascenso a pesar de tener un presupuesto menor que otros e incluso consiguiendo ser equipo de Primera (ojalá), siempre quedará el recurso del pasado, de los errores anteriores, que ha tenido unos cuantos, a pesar de que buena parte de esas críticas tengan más que ver con esa sed de poder que con su labor. En caso de que todos los argumentos fallen, no habrá problema, siempre se le puede llamar godo y asunto resuelto. Hablar, o escribir en redes sociales, es más fácil que pensar, pero lo de godo es tan socorrido… Llegas a reírte. Especialmente de la persona que lo dice.