de refilón

El uso de las cosas

La izquierda pueril y ramplona -que no toda la izquierda- deja entrever estos días uno de sus grandes problemas. Jamás aprendieron lo que es hacer un uso responsable de las cosas. Si alguna vez hubiesen aprendido esta elemental lección sabrían, por ejemplo, que no necesariamente un coche oficial es un despilfarro ni tampoco tener un (buen) sueldo o cargos de confianza es necesariamente una canonjía. Aplaudan. Aplaudan con las orejas si quieren cuatro medidas vacías cuyo fin no es velar por el medio ambiente o ahorrar dinero al erario. El único fin es obtener el favor del pueblo. Y esto es exactamente la definición de demagogia. Bien es cierto que es innegable que muchos políticos han costado inmensamente más de lo que valen. Esta forma de hacer política desemboca en un hervidero de incoherencias. Además, deja de manifiesto que lo suyo, más que gestionar, es pretender gobernar municipios e incluso ciudades con las utopías que teníamos a los quince años como programa de gobierno. Este sesgo no les deja ver más allá de la subvención.

Subvencionar es lo que saben hacer y a lo que, en buena aproximación, se van a dedicar sin tino en numerosas corporaciones. Después de mantener a una sociedad a base de subvenciones y falsa gratuidad ya se sabe lo que toca. Al menos, ya deberíamos saber lo que toca. En mi corta existencia he dado gracias muchas veces por no haber conocido lo que era la miseria. Quién le iba a decir a mi generación que nuestro sino político parece tenernos una buena preparada y que para más inri la íbamos a pedir a gritos en elecciones creyendo que solventaría nuestros ya graves problemas. Evidentemente no tengo las claves del asunto pero sé que la demagogia y el populismo jamás pondrán fin a problemas como la corrupción, que seguirá siendo la lacra a combatir y que no tiene color político.

@cristination_