Destacó por su expediente en el selectivo Hispano Británico pero pronto se dejó llevar por una vena artística que descubrió a muy temprana edad. Acaba de estrenar su segunda obra, Amarga Dulce, en el prestigioso Festival Internacional de Almagro, donde ha liderado a un equipo de trabajo con amplia representación tinerfeña. Presten atención a Paula Quintana, una artista que tiene todas las trazas de haber llegado para quedarse y alcanzar grandes metas.
-Con las notas que sacaba iba para figura destacada en lo que se propusiese…
“En realidad al terminar en el instituto me matriculé en el ADE (Administración y Dirección de Empresas) y duré dos meses. Fue la mejor decisión que he tomado en mi vida…”.
-¿Cuál? ¿Matricularse o dejarlo?
“[Se ríe]. Dejarlo, claro está. Yo ya había tomado clases de danza y teatro desde los cinco años y allí lo único que comprobé era lo que ya intuía: que lo mío era otra cosa. Así que fui a Madrid a vivir una experiencia que considero estupenda”.
-¿Es imprescindible irse a Madrid o a una capital de esas características para poder desarrollar una carrera artística en condiciones?
“No creo que se trate de un paso indispensable. En Canarias hay mucho arte y mucho artista, pero sí que es necesario ese salto para seguir estudiando. Durante esos primeros años seguí dando clases a la vez que empezaba con algunas actuaciones. Eran jornadas increíbles, de dieciocho horas de trabajo para estudiar interpretación y compaginarlo con la danza”.
-¿Qué obtuvo de Madrid, qué le señala la experiencia de allí como algo único e imprescindible?
“[Medita unos segundos] Ves mucho, puedes observar el trabajo de mucha gente y eso sin duda enriquece. A la vez, mucha gente ve tu trabajo y eso tiene su recompensa. Lamentablemente, en las islas eso no sucede por razones obvias”.
– ¿Qué es Paula Quintana? O mejor dicho ¿cómo se define mejor a Paula Quintana? ¿Como actriz, como directora, como bailarina…?
“Pues de ninguna de las tres maneras. Estamos acostumbrados a catalogar, a etiquetar a las personas o lo que hacen, y eso a mí me cuesta. A mí lo que me gusta es contar cosas, y para ello recurro a lo que entiendo que me ayuda mejor a expresarlo. Me considero una intérprete que recurre a distintos lenguajes para expresarse. Cuando me llega un texto igual me transmite que debo contarlo y recurro al teatro, pero también puede que sea el baile lo que me resulte más sencillo para contarlo… Así lo veo yo”.
-¿Hacia dónde va entonces Paula Quintana como artista?
“Voy hacia un lenguaje propio, y ese lenguaje será en el que más cómoda me sienta expresarme a la hora de contar algo”.
-En Latente, su primera obra, ya contó con artistas tinerfeños…
“Empecé con la compañía Abubukaka y tengo gran relación con Carlos Pedrós. Como hemos congeniado, hemos repetido en Amarga Dulce. También está el compositor Juan Antonio Simarro, que nació en la Isla. Y de los vestuarios se encargan la diseñadora Raquel Rodríguez, de la marca Camaleoni-k, y la directora de iluminación Grace Morales”.
-¿Por qué Dulcinea, figura central de Amarga Dulce?
“Quise aprovechar el año del Quijote y Dulcinea, al fin y al cabo una fantasía, es la gran olvidada. Mi Dulcinea es actual, que se pregunta dónde están hoy los caballeros andantes que le dan razón de ser. Porque Dulcinea es el símbolo de la fuerza interior que mueve a la gente, es la valentía que te hace atreverte, arriesgarte…”.
-¿Qué tal el estreno del pasado viernes?
“Estamos muy contentos, pero ya veremos qué pasa con las críticas, claro”.
-¿Estrenará en Madrid?
“Sí. Hemos ensayado en los Teatros del Canal y nos han ofrecido hacer Amarga Dulce allí el próximo mes de septiembre”.
-¿Cuándo volvemos a disfrutar con el arte de Paula Quintana en Tenerife?
“A finales de mes. Hay un festival en Garachico y presento una coreografía propia de unos quince minutos”.