Es una realidad que personas tóxicas hay en cada esquina. Incluso, nosotros mismos, en determinadas ocasiones, seguramente habremos llevado a cabo este tipo de conductas. Lo cierto es que lidiar con estas personas cada día puede ser devastador, agotador y conducirnos a la frustración. Personas que actúan como vampiros emocionales capaces, en tan solo 10 minutos, de absorber toda nuestra energía apagando nuestro estado de ánimo y contagiándonos su negatividad. Si son personas que no tienen importancia para nosotros, lo tenemos fácil. Tan solo con evitar tener contacto con ellas está el problema resuelto, pero, muchas veces, se trata de personas con las que tenemos que convivir o compartir parte de nuestro día a día. Por este motivo, debemos aprender a lidiar con la toxicidad para así no contaminarnos.
Acepta a las personas por quiénes son y cómo son, pero no dejes que influyan en ti. Las únicas personas que deciden hasta dónde pueden influir las actitudes o pensamientos ajenos somos nosotros. Si alguna vez te sientes triste, desanimado, irritable es porque le has dado ese poder a otros. Existen circunstancias como son las laborales y familiares donde tenemos que convivir con este tipo de personas. Necesitamos aprender a tratarlas para que no nos trastornen nuestro equilibrio emocional y así reducir los altos niveles de estrés que nos provocan. Para esto debes ponerte tu “armadura protectora”. Entender que esa persona es la que tiene el problema (porque es negativa, catastrófica y ve problemas en cada solución) te ayudará a protegerte de su influencia negativa. Observa su comportamiento desde fuera sin que te afecte. No se trata de nada personal. Se centra en tus errores porque es el comportamiento al que está habituado, pero actuaría de igual manera si en tu lugar estuviera otra persona. Debes abstraerte mentalmente de sus acciones. El problema no eres tú, lo tiene esa persona.
Ante el quejumbroso: todos conocemos a esa persona anclada en la queja y en sus problemas. Si la relación es importante para ti, debes decir ¡basta! Solo de esta manera podrás sanar la relación. No se trata de darle la espalda, sino de hacerla reflexionar que la queja no es la solución. Hazle saber que le ofreces tu ayuda únicamente cuando comience a buscar soluciones. Si no hacemos esto estaremos reforzando su conducta de lamento y no la cambiará. Existen personas que no quieren soluciones, solo desean descargar su carga de negatividad y justo eso es lo que nos desgasta. Por esto es muy importante poner límites. Con esta actitud, aunque parezca dura, saldremos todos beneficiados. Nosotros, porque no nos desgastaremos y podremos disfrutar de esa persona, y ellos, porque de no cambiar, se acabarán aislando. A nadie le gusta pasar tiempo con una persona que solo habla de problemas.
No discutas. Si observas que la otra persona no está abierta a nuevos argumentos, pon fin a la conversación. Por tu bienestar emocional debes seleccionar bien las batallas que luchar y las que retirarte, es la mejor victoria.
Pon el foco en lo positivo: si te agota lo que alguien te está contando, no le prestes atención y refuérzale poniendo más interés por tu parte cuando la conversación sea más positiva. Al fin y al cabo, estas personas buscan atención y de esta manera cambiará el enfoque de su diálogo.
Si la negatividad de alguien está afectando mucho tu salud mental y tu bienestar, termina la relación.
*PSICÓLOGA
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