claroscuro

Despotismo a la europea

Es difícil encontrar argumentos a favor de la salida de Grecia del euro. Los que no somos economistas imaginamos un futuro desastroso: un país con el crédito internacional taponado y abocado a emitir una nueva y devaluada moneda que confine a sus ciudadanos a una precariedad mucho mayor de la que ya viven; una Europa incapaz de avanzar en su unión para hacer frente a un mundo multipolar y no caer en la insignificancia; y unos estados cada vez más exigentes con el reembolso de la soberanía perdida porque están erróneamente convencidos de que así ganarán cotas de libertad y autonomía.

Sin embargo, para quienes también somos europeístas convencidos es igual de complicado no sentir algo de alegría ante el resultado del referéndum heleno. Más del 60% de los griegos dijeron no. Pero, ¿ a qué?
Contestar a una pregunta de más de setenta palabras sobre una oferta, la de la troika, que era demasiado técnica y que expiró antes de que se votara puede parecer absurdo. Lo sería si la crisis griega fuera una cuestión de economía y no, sobre todo, un asunto político. La contestación popular del domingo supuso un antes y un después para Europa: ese día se inauguró un mandato nuevo tanto para las instituciones comunitarias como para el ejecutivo de Alexis Tsipras. Los griegos dijeron no a salir de Europa, pero también no a mantener indefinidamente la situación de indigencia social y moral que comenzó hace unos años, cuando la UE decidió destapar las maltrechas cuentas griegas y se divisó el cataclismo. La pelota no está solo en el tejado de Merkel y Hollande; salta de un lado a otro, pero la mitad del tiempo está en el del primer ministro griego. Los ciudadanos designan a sus representantes para que resuelvan sus problemas. El pueblo griego ha hablado y ha dicho que no quiere bajarse del barco pero que no está dispuesto a seguir viajando en segunda (según el eurobarómetro, el 63% de los griegos es favorable al euro y el 76% dice que su voz no cuenta en Europa). Lo mejor de todo es que lo ha hecho a pesar de seis días de corralito y con la amenaza, nada velada, de ser expulsado del club que expandió la prosperidad y prometió que cada nueva generación que vendría viviría mejor que la anterior. Es el momento de que los líderes demuestren qué son: políticos de usar y tirar o estadistas. Los ciudadanos griegos ya nos han dado su lección: han votado sin miedo. Parece un buen comienzo para repensar la Europa que queremos.

@sarayencinoso