En la frontera

La espiral del silencio

Elisabeth Noelle-Neumann, famosa comunicóloga alemana, acuñó la expresión que sirve de título al artículo de hoy en el año 1974. Un término, desde luego, de palpitante y rabiosa actualidad en el mundo que vivimos. En efecto, quienes están convencidos de que sus ideas u opiniones son minoritarias o incluso impopulares tienden, por miedo al aislamiento social, a guardárselas para sí mismas y sus círculos más íntimos, sin expresarlas en público. Tal fenómeno, el silencio de las propias ideas que se estiman minoritarias, genera una espiral que refuerza el silencio: como se piensa que la opinión es “peligrosa”, “políticamente incorrecta o inconveniente”, que desafía al pensamiento dominante, se calla y a fuerza de no expresarla, es cada vez más minoritaria.

Pues bien, una encuesta realizada por el Pew Research Center de los Estados Unidos, confirma, en contra de lo que podría perecer, que las redes sociales refuerzan la espiral del silencio. En efecto, las redes sociales, con toda su potencia de comunicación, debieran ser, tienen todas las condiciones para ello, un magnífico instrumento para que las ideas y posiciones minoritarias tuvieran acceso al espacio de la deliberación pública. Además, podría pensarse con todo fundamento, que a través de las redes sociales se potenciara el debate, la discusión.

Todo lo contrario. La encuesta de referencia confirma la tendencia a transmitir ideas si se piensa que los interlocutores las comparten. Por ejemplo, los encuestados manifiestan que estarían dispuestos a opinar sobre el caso Snowden en conversaciones privadas, con familiares o colegas de trabajo antes que en las redes sociales. Las redes sociales, señala la encuesta, son el único ámbito en el que la mayoría de los encuestados no quieren hablar del asunto, mientras que de dos tercios a tres cuartos lo haría en reuniones familiares o con amigos, o en el mismo trabajo profesional.

Es decir, las redes sociales refuerzan la espiral del silencio. Las razones son varias. A veces los usuarios no quieren discrepar por no decepcionar a sus amigos, que hasta podrían darse de baja como seguidores de twitter, por ejemplo. En otros casos, porque lo escrito deja huella y es posible que tales opiniones en el futuro puedan perjudicar a sus autores. Incluso hay quien piensa que el hecho de quienes han defendido posiciones minoritarias han sido condenados al ostracismo o al acoso es argumento para mantenerse al margen de los debates o de la formulación de ideas de esta naturaleza.

Esta encuesta señala, no que nos se debata o no se discuta en las redes sociales, porque tal afirmación sería falsa. Demuestra, sin embargo, que se debate o discute menos de lo que se pensaba. Al utilizar estos instrumentos de comunicación tan accesibles, más que abrirnos al diálogo con personas que manejan diferentes posiciones o ideas, lo que hacemos mayoritariamente es introducirnos en círculos de personas con las mismas o análogas formas de pensar. Como muestra esta encuesta que glosamos en el artículo de hoy: las propias redes potencian esos nichos de opinión porque seleccionan los contenidos que exhiben y los posibles nuevos amigos o seguidores por la afinidad con cada usuario.

En fin, Cain Miller señalaba no hace mucho en New York Times que las redes sociales polarizan la vida social, rebajan la diversidad y reprimen la participación en asuntos públicos. ¿Será posible?.

*Catedrático de derecho administrativo