TRIBUNA VILLERA

Íñigo y Sami

Además del referéndum en Grecia por la Concursal política-económica a la que se ha visto abocada por la intolerancia de los bancos europeos y las instituciones comunitarias, creo que hay que hablar de soslayo de dos personajes relacionados con la política española. Me refiero a Íñigo Méndez de Vigo y a Sami Naïr, los dos fichajes recientes, del PP y del PSOE, respectivamente. Íñigo como defensa del área de educación, cultura y deportes, en el equipo de gobierno de España en la recta final de la etapa Rajoy; el francoargelino Naïr como medio punta del equipo de Pedro Sánchez, en su afán de ganar la liga política de España en las próximas elecciones generales.

Íñigo llega al gobierno por culpa de la baja del exministro Wert, que se cansó de aguantar las protestas en materia educativa, las pegas fiscales en el ámbito cultural, y las disfunciones de gestión por parte de algunos dirigentes deportivos. Por su parte el profesor universitario Sami Naïr es solicitado por el socialista Sánchez, debido a su excelente curriculum como experto politólogo del mundo hispano-árabe.

Tanto a Íñigo como a Sami les conocí como eurodiputados ya que coincidí con ellos en el Parlamento Europeo en la legislatura que transitaba entre siglos. Íñigo, posicionado en el mundo conservador, y Sami en la izquierda europea. El primero es un hombre serio, coherente con sus ideas, experto en materia constitucional, y formó parte de algunas comisiones entre las que recuerdo la que preparaba el Tratado de la Constitución Europea prevista para 2004, ya que me aceptó algunas enmiendas que presenté respecto a la participación legislativa de las comunidades españolas como la de Canarias, en base a su Estatuto de Autonomía derivado de la Constitución España y a los Tratados de la Unión Europea. Es un hombre muy ligado al mundo europeo y hasta presume de su condición de europeísta, ya que algún amigo común me ha contado su presencia en tierras colombianas con una banda azul con estrellas amarillas que vendía como seña oficial de parlamentario europeo. Algunos periodistas le califican como buen ministro al recordarle sus recientes manifestaciones sobre los 30 años del reino de España en la Europa comunitaria, fruto de un consenso político de las diferentes fuerzas políticas estatales. A Sami le conocí cuando formamos parte de la delegación parlamentaria en los países del Magreb. Recorrimos juntos Marruecos, Argelia y Túnez. Pude comprobar sus excelentes relaciones con el mundo árabe.

Los dos han sido buenos fichajes, aunque la temporada política se prevé corta.