opinión

Juanito ‘el Preguntón’ – Por Isidoro Sánchez

Había una vez un niño al que le llamaban Juanito el Preguntón. Había nacido en un barrio del valle de Taoro, muy cerca de un barranco al que le gustaba bajar para conocer su lecho por cuanto arrastraba muchos cacharros los días de intensas lluvias. La chatarra que recogía se la subía a su tío Pedro, que tenía un almacén en la Villa. Al parecer se la vendía bien pero entonces no le hacía preguntas. De todo esto me enteré la pasada noche de San Juan, cuando dos excelentes periodistas, Carmelo Rivero y Santiago Negrín, veloz el primero y sosegado el flamante director de la televisión canaria, presentaron en el IEHC del Puerto de la Cruz el libro del preguntador oficial del reino, don Juan Cruz Ruiz. Es una persona que se ha pasado toda la vida preguntando, tal como lo confesó públicamente esa misma noche ante una abigarrada audiencia veraniega, ávida de escuchar la voz autorizada del tripartito mediático, que ofrecieron sus impresiones sobre el mencionado trabajo editorial. Nos llamó la atención a algunos de los presentes el compromiso del profesor portuense Cruz Ruiz con la lengua canaria, ese castellano pasado por agua que diría el dr. Ríos, ya que pese a estar tanto tiempo trabajando en Madrid no había perdido su peculiar pronunciación y tampoco su especial entonación a la hora de preguntar. Por lo que escuchamos, ya que el libro no lo pudimos contemplar en directo pese al interés y esfuerzo del amigo librero Ayoze Suárez, el trabajo editorial es una recopilación de las entrevistas que el periodista portuense le ha hecho a diferentes personajes famosos, algunos de ellos premios Nobel de Literatura, en la transición del siglo XX al XXI. Recuerdo a Caro Baroja, a José Luis Sampedro, a Paul Preston, a José Saramago, a Günter Grass, a Carlos Fuentes y a Vargas Llosa, entre otros. Me sorprendió la empatía que el amigo Juan puso a la hora de contestar una pregunta del público, al igual que la sinceridad al responderme si había tenido problemas con alguna pregunta formulada en sus entrevistas. Reconoció la importancia de pedir perdón cuando se comete un fallo y he de confesar que aquella noche comprobé que la “postal de preguntas” que le había enviado su madre cuando niño era una joya literaria. Me lo comentó luego otro periodista portuense, Salvador García, cuando me envió por correo electrónico su crónica sobre la lección magistral que nos impartió Juan Cruz Ruiz. Aquel Juanito que desde chico disfrutaba preguntando, y así durante toda una vida. Hoy es un hombre hecho y derecho, a base de preguntar. Con mucho futuro por delante.