tribuna

La lista… de Mas – Por Charo Zarzalejos

En los últimos tiempos estamos viendo cómo en España conviven los partidos tradicionales, con los llamados “emergentes” y todos ellos con las famosas “mareas” o colectivos ciudadanos como los de los ayuntamientos de Madrid y Barcelona. Nuevos tiempos, nuevos modos. No faltan quienes consideran algunas de estas novedades como puras extravagancias y hay quienes contemplan la realidad con cierta perplejidad. Sin embargo, y pese a todas las novedades hasta ahora inéditas en la política española, no hay mayor novedad, por llamarlo de algún modo, que la famosa lista que de manera subrepticia encabeza Artur Mas. Por delante suyo han colocado a tres personas, pero es lo de menos. Da igual tres que cinco porque si la citada lista, en la que también está Oriol Junqueras, resulta ser la opción mas votada el president será Artur Mas.

Se dice y no sin razón, que Tsipras ha jugado con una astucia no calculada pero es que Mas, tan alejado de las posiciones ideológicas de Tsipras y del propio Oriol Junqueras, se ha convertido en un elefante en cacharrería. Ha saltado por los aires la coalición que mantenía con Unió, Convergencia es como si no existiera y él solo se ha cargado de un plumazo ese nacionalismo, durante tantos años liderado por Pujol, que supo conectar con una inmensa mayoría de ciudadanos catalanes. Mas, de un plumazo se ha cargado la centralidad, la moderación, el catalanismo posibilista para adentrarse en el laberinto de lo que ahora se denomina “desconexión de España”.

La política sin un cierta dosis de épica se convierte en mera gestión. El problema surge cuando la política se sustituye por la épica. ¿Hay épica en la posición de Mas? En algún momento es posible que la hubiera pero ya no, ya no hay épica sino pura temeridad y una profunda injusticia en relación al conjunto de España, “esa España que nos roba”, dicen los secesionistas. Artur Mas pedalea y pedalea hasta la más que probable derrota final. El sabe mejor que nadie que Cataluña nunca va a ser un estado independiente. Sabe que, al menos, la mitad de los catalanes no quiere la independencia y sabe perfectamente que su posición, sus proclamas y sus pactos han dividido a los catalanes. Hay fractura social y emocional entre los propios catalanes.

Se puede argumentar que los partidos no nacionalistas no han sabido gestionar la situación, empezando por el Gobierno, pero lo que no vale es trasladar responsabilidades. Ni España, ni el Gobierno ni los partidos no nacionalistas son responsables de la libérrima decisión de Artur Mas. Él y solo él ha tomado determinadas decisiones y él y solo él ha hecho posible la famosa lista que se quiere presentar como la lista de la “sociedad civil” cuando en realidad es la lista del president pero camuflada.

Como no se conforma con los platos ya rotos, ahora ya se muestra dispuesto a romper la vajilla entera. En ocho meses, si es que la lista de Mas tiene la mayoría, se pondrá en marcha la “desconexión de España”. Sin duda, la última palabra la tienen los ciudadanos catalanes que con su voto decidirán qué puesto y papel van a dar a la lista de Mas, cuyo gran pecado político es prometer. Apostar por lo imposible.