Regresa a su isla natal para dar otra vuelta de tuerca en un taller de hula, la danza tradicional de Hawái. Allí vive Yurena desde hace nueve años. Lo lleva en los genes por línea materna.
-Cuéntame.
“Es el cuarto año que imparto el taller de hula en el Auditorio de Tenerife. ¡Qué honor!”.
-¿Hula hop?
[Ríe] “No. La danza tradicional de Hawái. Antes, cuando no existía el lenguaje escrito, la historia se transmitía a través de cánticos y de la danza. Así es cómo uno sabe del pasado”.
-El lenguaje corporal, ¡vamos!
“Sí, una comunicación en la que se utilizan mucho las manos”.
-¿Eres capaz de distinguir las faltas de ortografía?
[Risas] “Bueno, hay varias formas de hacer un movimiento para simbolizar algo en particular y se nota en qué escuela estás”.
-¿Este gesto qué comunica?
[Brazos cruzados] “Aloha, que significa amor”.
-Creía que era el ¡hola! nuestro.
“Aloha en sí significa amor, pero nos saludamos y nos despedimos diciendo aloha, que es una manera de compartir ese amor”.
-¿En qué consisten las clases?
“Duran dos semanas. Empezamos el 29 de junio y terminamos el 10 de julio. Tenemos una muestra final en la Sala de Cámara, a partir de las nueve de la noche. Es abierta al público, con entrada libre y gratuita. Se trata de mostrar lo que aprendieron las personas que participaron en el taller, enseñar lo que hemos hecho en cursos anteriores y explicar un poquito más lo que es el hula”.
-¿Esto tiene algún tipo de utilidad terapéutica?
“Todo lo que sea artístico tiene un valor de salud mental, espiritual y corporal. Es terapéutico, entonces. Sé de mucha gente para la que el hula ha sido algo que les ha ayudado muchísimo en la vida. Puede que sea algo físico. He estado con alumnas a las que les ha ayudado a mejorar. Uno lo hace para sí mismo y después se comparte. Yo siempre empiezo con el cántico al amor. Es positivo y divertido [ríe], pero también profundo, muy profundo. Después de terminar he visto a las mujeres que se sienten más realizadas”.
-¿Son más atrevidas las mujeres?
“La mayoría son mujeres. Pero es un baile que los hombres lo practican mucho. Inicialmente, hubo una etapa en la que solo el hombre podía bailarlo. El sábado tuve una clase introductoria en La Victoria, a través de Sinergia, y participó un hombre. El hermanito, de ocho años, de una de las chicas que vinieron también quiso hacerlo. ¡A ver, Domingo, si te animas [risas]!”.
-¡Interesante!
“Es dinámico y vital”.
-¡Y sensual!
“Sí”.
-[Nos acompaña el cantante Chago Melián, el padre de Yurena] ¿Qué similitudes presenta la danza de Hawái con el folclore canario?
[Entusiasmado] “Bueno, es su folclore. Son dos archipiélagos tan similares en volcanes, en flora, en todo… Y la parte tribal está muy arraigada a su tierra, igual que nosotros. A ver si un día hacemos un hermanamiento”.
-¿Cómo es tu vida en Hawái?
“Estoy enseñando en un colegio privado, que era de niñas hasta el año pasado. Lo fundó una reina hawaiana. Es coordinado, en el sentido de que las clases son separadas. De todas formas, las clases de hula se dan normalmente por separado”.
-¿Cuántas islas forman este archipiélago de la Polinesia [en el Pacífico central]?
“Pues, lo mismo que aquí, son siete. Aparte de los islotes. Hawái es otro paraíso, más tropical”.
-Me llama la atención esa bonita costumbre de la flor en el cabello…
“Me gusta coger una flor y adornar el pelo. Al lado derecho es que no tienes pareja; al izquierdo, con pareja, y si no lo tienes claro te la pones en el medio [risas]”.
-[Me regala un collar] ¿Cómo se coloca?
[Recibo el lei] “¡Aloha!”.