El otro día me quedé mirando la televisión, una de esas películas donde hay un malo muy malo que mata asfixiando a otro, en realidad no le prestaba ninguna atención; me hizo caer en mí que mis hijos se pusieron a agitarse como asustados con aquella escena, inmediatamente les expliqué que eran actores representando un papel y cambié de canal.
Y me ha dado por reflexionar cuántas películas y muertes he visto que ya ni siquiera me afecta, pelis, documentales, telediarios. Así he ido creando un callo de insensibilidad hacia la violencia televisiva, ya curtido en mil batallas, que a fuerza de repetición poco a poco me he ido anestesiando.
Me pregunto qué tipo de tele consumo, qué tipo de programas. Al igual que me preocupo de los alimentos que ingiero, creemos que debemos hacer una reflexión sobre el tipo de programas televisivos que masticamos y nos tragamos. Hay muchos que son altamente tóxicos e indigestos.
Le oí a alguien que se intentó hacer durante un tiempo informativos con noticias positivas-constructivas en un país, y al poco tiempo lo desecharon porque no tenía cuota de pantalla, sencillamente a la gente no le interesaba y no lo veía. Este era su lema: “Quizá podamos comenzar a contar lo que pasa en el mundo de una nueva forma, desde otra óptica, poniendo la atención en las noticias que nos hacen sentirnos mejor”.
Ahora, en esta época donde tanto están de moda los videojuegos y se comienza a estudiar su impacto en nuestros hijos jóvenes, hay opositores que advierten que pueden favorecer unas conductas impulsivas y agresivas, e incluso, indican, que pueden favorecer la aceptación entre los niños de violencia con facilidad y además argumentan que mientras se destruye al enemigo no se desarrollan habilidades sociales. En el polo opuesto estarían los defensores que señalan: Estos juegos pueden constituir una forma de aprendizaje y de entrenamiento, pudiendo aumentar la autoestima, además de ayudar a introducirnos al mundo de la tecnología informática, desarrollar la coordinación oculo-manual entre otros…
En cualquier caso, planteémonos qué tipo de literatura, de música, leemos y escuchamos, qué fija nuestra atención. Y qué tipo de arte consumimos.
*Psicólogo
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