superconfidencial

Otra vez me pasó

1. El pasado sábado/noche estaba ya en la cama, confortado por el aire acondicionado, cuando reparé que no había enviado el artículo a este periódico. Es la segunda vez en poco tiempo que me ocurre esta mala jugada de la memoria. Por la tarde había ido al Puerto de la Cruz, con mi hija mayor y mi perra Mentecata, a visitar en su casa a mi madre, que tiene 93 años. Cuando le preguntamos a mi madre por su edad dijo, sin pestañear: “Creo que 105”. Ella apenas sufre esos lapsus, por lo que me preocupé un poco, pero rápidamente volvió a decir, riéndose: “No, son 93”. Antes, mi hija iba conduciendo su coche y en el trayecto me preguntó: “Papi, ¿dónde almorzamos, en la pizzería Europa?”. Igualmente sin pestañear le dije: “No, ya la cerraron, ahora allí hay un bar, el Blanco Bar”. Mi hija se moría de la risa porque la pizzería Europa sigue funcionando en todo su esplendor y el Blanco Bar está abierto en una casa de mi familia, donde antes existía la pizzería Zebra.

2. Pensando que había sido un trastorno colectivo familiar de la memoria, me levanté, como digo, a redactar este artículo; había estado viendo la película Lost in traslation, que me parece un peliculón, y por la pantalla del ordenador me metí en Tokio de una forma tal real que no me salía otra cosa que no fuera una trama japonesa. Tuve que superar el impulso de escribir de Japón, un país que no conozco y que tampoco venía a cuento. Estos trastornos de la memoria espero que no sean el presagio de un deterioro neuronal, pero, repito, es la segunda vez en poco tiempo que me olvido de mandar el artículo al periódico.

3. Yo estas cosas me las suelo tomar a risa, porque lo tiene que pasar pasará, pero me fue difícil conciliar el sueño después de levantarme abruptamente, a las tres de la madrugada, para cumplir con mis obligaciones periodísticas. Tokio seguía apareciendo en mi cabeza, en latigazos intermitentes. Me dormí, no sin gran trabajo, y a las siete de la mañana del domingo, a las siete en punto, me despertó una geisha. Fue lo único agradable de la noche.

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