economía

Sol, playa… y algo más

SUJA
SUJA

El clima los enganchó, pero no será suficiente para que el destino turístico mantenga su liderazgo eternamente. Casi 13 millones de turistas vinieron el año pasado a las Islas atraídos por sus bondades. Una parte, sin embargo, llegó huyendo de la inseguridad de Túnez o Egipto. Todavía sigue ocurriendo, pero los expertos insisten en que la reinvención del modelo no debe postergarse más, que la geopolítica no puede aplazar el reto que se planteó a finales de la década pasada, y apuntan como nichos turísticos incipientes la enología, el avistamiento de aves y la astronomía.

La naturaleza es una pieza más del engranaje económico del Archipiélago. Durante los últimos años han aparecido cada vez más empresas que combinan deporte y recursos naturales y ofrecen una experiencia auténtica, que se aleja del estereotipo del turista que se pasa una semana sin salir del hotel y apenas disfruta del entorno. Hacer travesías en kayak y volar en parapente son algunas de las opciones que más se han popularizado, pero el abanico es muy amplio. El profesor de Turismo de la Universidad de La Laguna Francisco Javier Dóniz Páez considera que una de las posibilidades con más recorrido es el turismo vulcanológico, una vertiente que ya se explota en otros lugares, como por ejemplo Hawái, y que aquí, está convencido, tiene mucho potencial. “Al contrario de lo que se dijo entonces, cuando tuvo lugar la erupción submarina de El Hierro, aumentó el número de visitantes. Luego bajó, pero porque el modelo turístico de la isla estaba enfocado solo al buceo”, explica. A partir de entonces, sin embargo, la opción geológica empezó a tomar forma. La declaración de El Hierro como geoparque (2014) puede haber sido el punto de partida para una nueva forma de entender el turismo. Además de la Isla del Meridiano, también Lanzarote posee el galardón. El territorio oriental, eso sí, cuenta con años de ventaja: lleva más tiempo con el distintivo y ha aprendido a sacar mucho más partido a sus encantos volcánicos.

“Los destinos maduros de sol y playa están teniendo serias dificultades económicas y sociales para mantenerse. Hay una demanda cada vez más exigente y que requiere de multiproductos. En ese sentido, el geoturismo es una opción más dentro de la oferta”, apunta el investigador. Esta posibilidad, que se abre camino tímidamente, no puede ser una alternativa al modelo tradicional, sustrato de la economía canaria, pero sí una pieza clave para fidelizar a ese viajero exigente que quiere todos los servicios del hotel de cinco estrellas pero, también, ir a ver cetáceos y hacer el descenso de Masca. A su juicio, no solo no se está pensando en el potencial geológico del Archipiélago de cara al futuro, sino que lo que se desarrolla en la actualidad presenta carencias. “Hicimos un estudio para comprobar el interés de los visitantes del Teide. Cada año suben tres millones de viajeros, pero la estancia media es solo de una hora y media. ¿Cómo es posible? ¿Qué se puede hacer en tan poco tiempo? Pasas más tiempo en un spa”. Además de esas visitas fugaces que el visitante tiene incluidas en el paquete turístico, también hay que analizar otro dato: “De esos tres millones, solo 200.000 acudieron a centros de interpretación, lo que nos da una pista de quiénes tienen realmente un interés más profundo en los valores del Teide”. El profesor cree que vivimos una época en la que el disfrute real ha quedado eclipsado por el simple hecho de estar. “Cuando hablo con mis alumnos y me dicen que han estado en algún sitio, siempre les digo que piensen en qué aprendieron allí. Ese es el verdadero placer de viajar”.

La estancia media de los tres millones de turistas que visitan el Teide es de hora y media

Además de todos esos curiosos que quieren complementar sus vacaciones con una experiencia divulgativa, Canarias también puede ser, y es, destino turístico científico. Es decir, hay investigadores que acuden al Archipiélago con un interés puramente académico. Para incentivar esta marca turística, el Gobierno de Canarias impulsó hace años Volcanic Experience, un sello de calidad que garantiza el compromiso de hoteles, restaurantes, casas rurales, albergues, miradores o ecomuseos. El objetivo era vender que en torno a los volcanes existía un mundo único, que se reflejaba en la gastronomía, los paisajes agrarios, la viticultura, los senderos, los alojamientos con encanto y las extraordinarias actividades al aire libre, como la contemplación de las estrellas. Todavía queda camino por recorrer.

Una idea parecida fue la que llevó a tres amigos a poner en marcha Discover Experience, una empresa canaria centrada en turismo vulcanológico y astronómico. Su interés por lo que ocurría a años luz de ellos no era algo nuevo: dos ya regentaban una tienda de venta de material astronómico y otro había trabajado cinco años en el Instituto Astrofísico de Canarias (IAC) y había montado una empresa de divulgación científica. “Creímos que había sitio para nosotros y creamos una nueva sociedad, independientemente de las que ya teníamos cada uno por nuestra cuenta”, explica Juanjo Martín, uno de los socios. “Coincidimos en un curso de guías Starlight y en 2013 pusimos en marcha la idea”. A pesar de que nunca han usado canales de promoción convencionales, no les ha costado convertirse en un referente dentro de este mundillo. Hoy son la empresa proveedora de Volcano Life Experience, una entidad de Teleférico de Tenerife. Las demandas de actividades son constantes, casi siempre a través de las redes sociales o del correo electrónico: personas que se ponen en contacto antes de viajar para planificar su estancia con suficiente antelación, hoteles que requieren su trabajo para sus huéspedes o, incluso, ayuntamientos que organizan visitas para grupos de la tercera edad. El perfil es muy variado y también incluye a científicos que recalan en las Islas como asistentes de algún congreso. “Los organizadores de este tipo de eventos están optando en muchas ocasiones por organizar una actividad de este tipo para sus invitados; es algo así como el broche final a su estancia”. Sea para expertos o no, la profesionalidad es fundamental. “Se trata de una actividad muy especializada. Nosotros usamos telescopios de alta gama, lo que requiere una inversión considerable, ya que cada equipo cuesta alrededor de 6.000 euros”, resume Martín, que cuenta que él y sus compañeros se han encontrado con “competidores desleales” en las inmediaciones del Teide. “La competencia es la excelencia, pero debe haber profesionalidad”. A pesar de lo novedoso que resulta este producto turístico, aún no ha despertado el interés entre la población autóctona: la mayor parte de sus clientes no son residentes locales.

El profesor Agustín Dorta, miembro del grupo Reinventur, que está adscrito a la Cátedra de Turismo de la Universidad de La Laguna (ULL) y Ashotel, está de acuerdo con la hegemonía casi absoluta del modelo de sol y playa. “Es absurdo pensar que podemos sustituirlo”, dice. Sin embargo, también coincide con Dóniz en que hay que reinventarlo y apostar por fórmulas novedosas, que diferencien la marca canaria. “No podemos estar a expensas de las desgracias que ocurren en otros lugares”, lamenta, en referencia a los sucesos acaecidos en el norte de África. Considera que si al analizar las cifras de viajeros se tuvieran en cuenta esas llegadas “colaterales”, el resultado no sería tan bueno para el sector. En su opinión, la geopolítica ha hecho que el debate sobre el modelo turístico vuelva a diluirse, pero insiste en que es un error. Es partidario de que las administraciones empiecen a impulsar la enología o el avistamiento de aves y no permitan que estas opciones minoritarias dependan de la buena voluntad de unos pocos.

Los especialistas piden que se reabra el debate sobre las oportunidades del sector

Estas alternativas, no obstante, no son las únicas para mejorar la oferta de playa actual. Las posibilidades son muy numerosas. De hecho, Dóniz acaba de presentar un proyecto a tres municipios -Icod de los Vinos, Adeje y Puerto de la Cruz- para desarrollar rutas de “geoturismo urbano”, algo que ya se hace en sitios como Burgos y Segovia. Se trata de guías de geología urbana que tienen como finalidad descubrir a los visitantes paisajes e historia, muchas veces anteriores a la presencia humana, que han quedado archivados en numerosos elementos geológicos.

Igualmente, el docente cree que “el turismo oscuro” tiene mercado. Incluye a esas personas que quieren conocer sitios asociados con la muerte y la tragedia. “Una estudiante de la Universidad de La Laguna acaba de presentar un trabajo de fin de grado sobre el tema; ha obtenido sobresaliente y ha sido muy valorado”. Dóniz cree que las leyendas relacionadas con las sectas en el Teide encajarían en esta opción.

Independientemente de en qué consista la oferta, lo que tienen claro los expertos es que el tiempo vuela y hay que repensar el modelo, no para ganar más visitantes, sino para conseguir no perder. “Tenemos un turismo muy polarizado y hay síntomas de declive”. Ahora, “la situación está enmascarada” por el desvío de viajeros como consecuencia de las primaveras árabes, “pero es una cuestión coyuntural”, insiste Dóniz.

El Archipiélago, a la cola en turismo rural
El turismo rural es testimonial en Canarias. De los cerca de 13 millones de viajeros que el año pasado escogieron las Islas para descansar, solo 29.002 vinieron específicamente para hacer senderismo o actividades vinculadas a la naturaleza. Esa es la conclusión que se saca de la Encuesta de Alojamientos Rurales que elabora cada año el Instituto Nacional de Estadística (INE). “El avance es muy lento en comparación con el sol y playa. Estamos muy lejos de otros destinos como Francia o algunos países de Centroeuropa, donde el turismo rural está mucho más arraigado”, admite Dorta, que publicó recientemente en la Revista de Ocio y Turismo de la Universidad de La Rioja un análisis sobre este subsector. Ocurre en toda España, pero más en Canarias, que es la comunidad con menos viajeros de este tipo, a pesar del gran prestigio de La Palma. Durante 2014, un total de 6,3 millones de personas practicaron este tipo de turismo. El avance en las Islas en los últimos 14 años ha sido insignificante. En 2001 había 24.100 turistas de este tipo, solo 5.000 menos que ahora. A pesar de contar con una planta alojativa más amplia, Baleares, quizás la región más parecida para hacer una comparación, atrae a unos cuantos miles de viajeros más que el Archipiélago.