La droga y sus cifras

El vínculo entre la delincuencia organizada y el terrorismo cada vez se hace más evidente; el negocio de la droga supone una fuente importante de financiación, de hecho, el Consejo de Seguridad de la ONU se muestra receloso por el beneficio que de ella obtienen los terroristas. Afganistán preocupa a la comunidad internacional por el cultivo de la adormidera, una pseudoamapola de la que, a través de sus bellotas verdes, se extrae la morfina, y de esta la heroína. La UNODC ha señalado como inaceptable el número de muertes relacionadas con las drogas en todo el mundo; el cultivo mundial de adormidera es el más alto desde finales de la década de 1930.

Sobre los datos de 2013 esta oficina de la ONU hace un análisis en el que determina que una de cada 20 personas con edades entre 15 y 64 años consume drogas, lo que representa un aumento de tres millones con respecto al año anterior. Este incremento no se ve como un dato alarmante, ya que va unísono al acrecentamiento de la población mundial, que no deja de inquietar a la ONU por ser excesivo. La cifra actual de personas es de 7.200 millones, sin embargo, se espera que llegue a 10.900 millones para el año 2100, donde su principal protagonista es África, con un aumento de población extremo y temerario; la pregunta ahora es saber qué pasará y cómo se alimentará tal cantidad de personas.

La drogadicción supone para cualquier sociedad unos efectos colaterales gravosos y, por ello, las políticas dirigidas a minimizarlos no solo benefician a los que arrastra tras de sí una pesadumbre como esta, sobre todo en la familia, sino a toda la sociedad. Se estima que uno de cada 10 usuarios es de los denominados problemáticos, con trastornos o una dependencia de ella importante; se habla de una cifra en torno a 27 millones de personas en el mundo, de los cuales la mitad se inyectan y de ellos, unos 1,65 millones tienen VIH. Todas estas personas suponen una carga muy pesada para el sistema de salud en términos de la prevención, tratamiento y atención del consumo de drogas, trastornos y sus consecuencias para la salud, sin embargo, no todos tienen acceso a un tratamiento y hay un gran déficit en la prestación de servicios. La mujer tampoco se escapa de esta gran vorágine; uno de cada tres consumidores de drogas es mujer y sólo una de cada cinco está en tratamiento.

Es deprimente ver cómo 187.100 personas han perdido sus vidas prematuramente, a menudo como resultado de sobredosis. El consumo de cocaína ha disminuido en general, a excepción de España, mientras que el uso no médico de opiáceos y el consumo de cannabis ha seguido aumentando. El sudeste de Asia ha sufrido un aumento preocupante de metanfetamina.

La cárcel no se escapa del uso de drogas, el aislamiento con la sociedad no es óbice para ello y hace que el negocio sea más suculento. Aquí el cannabis es la droga más utilizada, pero preocupa que el uso de la heroína siga latente y el alto riesgo de sufrir enfermedades infecciosas, en particular el VIH, también de la hepatitis C y la tuberculosis debido a su uso bajo condiciones inseguras, la carencia de acceso a la prevención y al tratamiento aumentan el riesgo de transmisión de virus.