tribuna

Guamasa canaria – Por Joaquín Castro

Guamasa, la bella localidad lagunera, estos días está en fiestas. Celebra a la santa dominica peruana Santa Rosa de Lima. ¡Y qué bonita esta Guamasa, llena de canarismo por los cuatro costados! Allí, por aquellos caminos, se percibe ese olor a la hierba húmeda, a ese sabor, si se quiere, de la tierra que no la ha cubierto el modernismo, ni los coches a velocidades vertiginosas. Aunque a algunos de ellos ha llegado el piche, y la civilización se va comiendo aquella vereda o camino que se llama de Santa Rosa. Perdió la trivina amarilla que daba color, las hierbas aromáticas que allí crecían y las hortensias de todos los colores que adornaban aquellos lugares. Pero Guamasa no ha perdido todo, le queda aquel recuerdo poético y de cantos canarios en la recogida del trigo en la trilladora, los caminos aún enfangados después de la lluvia mañanera, como el del Candil, el llamado de Caitano, los Padrones, y el siempre verde y boscoso Paseo de las Acacias, cuya arboleda da el frescor preciso en los días cálidos de verano. Aún queda allí alguna casa solariega entre el recuerdo de esta vegetación, y la flora propia de aquella tierra que da una vida especial a las hortensias y calas.

Pero Guamasa sigue con vida propia. Su parroquia con las misas de vísperas y domingueras. El único problema es el techo de la iglesia. Cuando allí se entra y se mira el techo, vemos que sigue una gran malla a lo largo del mismo, para que no le caiga alguna teja o cascote en la cabeza a los devotos de Santa Rosa y de San Isidro Labrador. Parece ser que se está pendiente de algún documento del Ayuntamiento de La Laguna, para por lo menos arreglar el techo y la ampliación de la sacristía. Por lo menos eso me dicen a mí los feligreses. Pero estos días, todo eso se olvida. Santa Rosa saldrá en procesión, recorrerá su camino, hará su parada en varios altares a lo largo de él, como en el que preparan Jorge y Rosalía, que ya tienen las flores llamadas de palo, en varios colores para “enramar” la parada de la santa en dirección a la parroquia. Y en estas fechas, rasguidos de guitarra, cantos de folías, turrones tacoronteros, música y cohetes, aparte de los diarios, los de la entrada de la procesión. Pero en Guamasa no solamente se celebra Santa Rosa, allí el tipismo culmina con la procesión de San Isidro Labrador, cuya romería ya es famosa, por su carretas tiradas por vacas, por las chicas con el traje típico, por los olores y sabores de la carne de cochino negro, ahora carne fiesta, por las papas arrugadas con el buen mojo picón, porque el canarismo en Guamasa no se ha perdido. Aún queda el rumor de los cantos de era en la recogida y tueste del trigo y el millo, de las tardes agosteras debajo de las acacias donde los veraneantes se conocían y formaban sus fiestas, de aquellos olores nocturnos de las santas noches y de los jazmines, de aquella Guamasa, típica y señera, de las truchas de batatas y de los turrones de miel y almendra de Tacoronte. Decía el poeta en plan jocoso: “Vas pa la fiesta Remigia, pa la fiesta voy Pancho, a Guamasa, que es día de la santa. Gua Pancho, ¿pos tú sabes que hay ventorrillos, donde se comen pinchos del moro y unas cosas que llaman burguesas calientes? Antes cuando diba pa la fiesta de Guamasa, comía carne de cochino y churros de buena masa. Los tiempos cambian Pancho, yo sigo diendo a la fiesta de Santa Rosa, y sigo siempre comiendo, papas, cherne y vino, que es la cosa más sabrosa”.