santa cruz de tenerife

Historias detrás de una placa

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Fotos FRAN PALLERO

Fotos FRAN PALLERO

Dinamizar una ciudad es mucho más que tapas y copas, es historia, es cultura, es arquitectura, una amalgama de disciplinas que hacen que cada lugar sea único y especial. Santa Cruz de Tenerife lleva un tiempo intentando buscar su sitio, ese que la diferencie más allá de los grandes números que le ofrece su condición de capital. Su apuesta por ser una ciudad turística implica avanzar en una serie de terrenos que se caracterizan por años de abandono, de descuido e incluso de desaparición de verdaderos símbolos. Visitar Santa Cruz debe ser un atractivo por todo lo que ofrece, pero también por todo lo que cuenta y, como señala el cronista oficial de la ciudad, Luis Cola Benítez, la ciudad no tiene mucho que contar porque ha ido perdiendo sus raíces, las que hablan de su orígenes, y hay que apostar por conservar y recuperar lo que aún queda. Un ejemplo claro de esta pérdida de identidad la sitúa el historiador en la sustitución de los nombres originales que poblaron el callejero capitalino, una política que durante muchos años ha hecho que se pierda parte de la esencia de la historia de la ciudad y que en los últimos tiempos se ha reconducido colocando los nombres que se van incorporando en las zonas de nueva construcción.

Cola Benítez cita algunos ejemplos, como el de las ahora Ramblas de Santa Cruz. “Cuando se procedió al cambio de la denominación de Rambla General Franco, me consultaron qué nombre sería el adecuado y sugerí que le pusieran el original, Rambla de los Coches. Evidentemente, no me hicieron caso y le pusieron Rambla de Santa Cruz, algo obvio, de dónde van a ser las ramblas…” se lamenta el cronista. No critica que los actuales protagonistas del callejero se merezcan ese reconocimiento a su labor, sino que esos nombres sustituyan a otros que antes que ellos también merecieron el homenaje, haciendo así desaparecer una parte de la historia de la ciudad.

En ese rastro de vías e historia está por ejemplo la actual calle dedicada a Nicolás Estévanez, “un personaje que se merece no solo una calle, sino una plaza o un edificio entero, pero poner su nombre en la calle que hoy ocupa supuso eliminar del callejero una denominación tan bonita como la de Botón de Rosa”. También la actual Sabino Berthelot tenía otro nombre, el de Las Flores, o la que fuera la de Los Balcones, que en la actualidad es la calle San Francisco, “hoy solo quedan dos balcones, pero ese es un ejemplo de que con el simple nombre que se le da a la calle nos devuelve a un momento histórico de la ciudad que se ha perdido”, señala Luis Cola Benítez.

Hay numerosas publicaciones, como la de Juan Arencibia, Calles y plazas de Santa Cruz de Tenerife, o la del propio Luis Cola Benítez, Itinerario histórico de Santa Cruz, que permiten acercarse a esta historia detrás de la historia a través de los lugares y sus nombres. Una de esas publicaciones, en este caso digital y más concisa es la de Pedro Medina Sanabria, que en su blog Memoria e Historia de Canarias recopila hasta 73 calles cuyo nombre fue cambiado, la mayoría a principios del siglo XX. En este blog figuran, gracias a la labor de investigación desarrollada por su autor, las actuales calles y las fechas en las que se cambiaron sus nombres. Por ejemplo, la actual Afilarmónica Nifú Nifá originariamente llevó el nombre de Vereda del barranco. Otras sufrieron cambios más recientes como la calle del Amor, que recibió este nombre en 2008. Antes fue la calle O y después General Moscardó. Fue en este año cuando se produjo el último cambio de nombres, hasta ocho calles. La Ley de Memoria Histórica motivó la modificación.

Otras calles, sin embargo, han conservado su nombre originario, como la calle Castillo, eso sí, no sin antes sufrir algunos cambios para, en 1936, volver a lucir el que mantiene hoy en día.

Explicación

El cronista de Santa Cruz de Tenerife defiende ante el Ayuntamiento que se coloque algún tipo de explicación en esas calles que han cambiado de nombre, “algo que choca contra el protocolo, según me dicen desde el Consistorio”, lamenta Cola, quien añade que “son muchos personajes y nombres que la gente desconoce y que permitirían hacer un recorrido histórico por esas calles de la ciudad”.
Explica el cronista que “hay otras vías, como la Iriarte, que no especifica a qué hermano está dedicada, porque eran muchos, o explicar quién fue el general Benavides, cuya figura se ha puesto muy de moda ahora, o la del propio general Cairasco, que también da nombre a otra vía”. Sin embargo, el propio cronista, detalla que sí que hay algunas calles en la capital que cuentan con una placa aclaratoria de quién es el personaje que le da nombre. “Por ejemplo, la calle Porlier, que en su momento fue General Porlier, que no fue general, ni militar, sino que como la de al lado es la General Serrano, le pusieron general también a Porlier. Después aclararon debajo quién fue, poniendo I Marqués de Bajamar”.

Otros lugares merecen explicaciones que muchos vecinos y visitantes desconocen, como por ejemplo el puente Galcerán. “Muchos creen que Galcerán era una persona, un general como tantos otros, y no, es un lugar, la loma Galcerán, la misma que tomó el general Weyler durante las guerras carlistas”, explica Cola Benítez. El motivo de este homenaje es que con la llegada de Weyler a Tenerife como capitán general, en 1878, el entorno del hoy puente Galcerán sufrió una verdadera revolución urbanística y el Ayuntamiento quiso homenajear al militar.
Desde la Tertulia de Amigos del 25 de Julio, a la que pertenece Luis Cola Benítez, se defiende esta historia escondida tras el callejero, por la que “hacemos lo que podemos”. La última de las acciones tiene que ver con la placa colocada en la fuente de la Pila, “el primer ornamento urbano que tuvo esta ciudad”, recuerda el historiador. También la Tertulia es artífice de los hitos históricos que recorren el litoral de la Avenida Anaga hasta el Castillo Negro, recordando el ataque del almirante Nelson. “El patrimonio histórico y cultural de Santa Cruz necesita un revulsivo”, defiende Luis Cola Benítez, y arenga al Ayuntamiento a que se ponga manos a ello, “dinamizar Santa Cruz no es todo tapas y ocio”, insiste.

Más allá de lo que cuenta la historia de las placas del callejero, también llama la atención la falta de homogeneidad en la imagen de esas placas. Hay señalética para todos los gustos y colores. Unificarla es una de las tareas que, junto a la historia que cuentan, le queda aún por desarrollar al Ayuntamiento de Santa Cruz.