soliloquio

Morfeo y el quietismo expectante – Por Ramiro Cuende

En este mes de agosto están pasando cosas impropias del mes, entre otras, la personación del pasado viernes en sede parlamentaria para explicar lo que de todos es sabido, y es que vivimos en un país en el que hay clubes de diferentes clases: el Bilderberg -dicen que es una de las organizaciones secretas que dirigen nuestras vidas y el planeta, del que el recibido y cuidado señorito Rato tal vez sea miembro, visto lo visto-, el de “Alí Baba y sus Lantánidos”, enjambre de ladrones del que forman parte todos los manguis que España ha creado a la vera de la política y la usura, cuyo zángano mayor es el púnico Granados. Y, por último, la gente normal, usted y yo, que nos creímos que todo el monte era orégano.

Está resultando extraño por motivos de todos conocidos. Hace unos días apareció en este circo de trapecistas sin red el león de la Metro. Va a actuar para el pepé de Rajoy. No es el abatido y engañado Cecil; legendario león de Zimbabue. Es el gran Albiol (mide 2,01 m y calza un 50). Según el, un tipo de barrio hecho a sí mismo y charnego de libro, que les ha ganado a todos y de todos los colores, que por donde pasa arrasa. Si le sale bien la jugada a Morfeo, alias Mariano el Celta, bien, pero como se le pase la tostada y los rugidos a Xavier que el pepé se olvide de Cataluña otra buena temporada. ¡Ah!, y que vayan gestando un referéndum legal ya, el que tenían que haber hecho hace tiempo. El desafío -ya a campo abierto- pide una réplica a la altura del mismo. Esta siesta táctica no cabe que se prolongue más. El jefe del Gobierno debe llamar a: Duran i Lleida, Iceta, Rivera y demás, para dar respuesta serena y bastante al “memorial de agravios y el pretendido maltrato a Cataluña”, sin olvidar en estos recordatorios que el Estado es hoy titular de la mayoría del stock de la deuda de Cataluña, Fondo de Liquidez Autonómica, Plan de Pagos a Proveedores y todo tipo de enseres normativos del año 2012 y anteriores que sin haber modificado la ley que financia a las autonomías, la LOFCA, y a la que al más sutil estilo puyolista, al igual que como hacen con la historia, le han dado la vuelta como a un calcetín. Se lo leí a Luis Sánchez-Merlo. Acabando. Mi amigo don Manolo me reveló este mes un libro de Muñoz Molina: Todo lo que era sólido, un libro ético y real, que habla de la sociedad en que pacemos, y del desliz individual y colectivo por creernos que como Cervantes puso en boca de Sancho en la segunda parte de El Quijote: “… y yo he oído decir que detrás de la cruz está el diablo, y que no es oro todo lo que reluce…”, gracias.