“No hay ninguna novedad en este sentido, porque la Diócesis solo administra el sacramento del matrimonio católico en recintos sagrados, y fuera de esos lugares no se concede ninguna autorización”. Así se tajantes se muestran desde el Obispado de Tenerife respecto a la reciente decisión de la Dirección General de Costas del Gobierno central de permitir que se lleven a cabo este tipo de celebraciones en las playas canarias, siempre y cuando se solicite autorización para ello y se abonen los canon de ocupación y de rendimiento.
Las mismas fuentes de la Diócesis Nivariense recordaron que “las peticiones fuera de esos templos no se conceden, y si algún sacerdote se saltase la norma, se le llamaría a capítulo y se le podría llegar a sancionar, al igual que puede ocurrir en otros asuntos”. En general, sin embargo, “todos los párrocos cumplen con la disposición mandada por el obispo”, subrayaron desde el Obispado tinerfeño, donde incluso recordaron que “hay algunos hoteles que han hecho una especie de capilla y han solicitado la posibilidad de realizar bodas religiosas, pero no se les ha concedido, siguiendo el mismo criterio”. Igualmente, hasta el Obispado Nivariense llegan cada año decenas de peticiones de matrimonio de personas de otras confesiones religiosas, que desean casarse en templos tinerfeños por su belleza y singularidad. Normalmente, los obispados no suelen conceder esos permisos, a menos que sus países tengan algún tipo de acuerdo con el nuestro, algo muy poco habitual.
Costas permite ya desde este mes que se use el litoral para estas celebraciones
Distinto es, como publicó recientemente este periódico, el caso de las llamadas bodas turísticas, aquellas que sí ofician sacerdotes en templos del Archipiélago, porque cuentan con el permiso del Obispado del país de origen de los contrayentes y de la propia diócesis provincial donde se celebra el enlace. Aunque no existen cifras oficiales, el vicario de la zona Sur y distintos párrocos consultados por el DIARIO aseguran que actualmente se dan más de una veintena de bodas de este tipo al año solo en Tenerife, más del doble que hace un lustro. En otras islas, como Lanzarote o Fuerteventura, la demanda ha crecido tanto que incluso el Obispado de Canarias pondrá restricciones a estos matrimonios en 2016, ya que muchas iglesias están desbordadas de peticiones.
En cuanto a la autorización de Costas para celebrar bodas en las playas isleñas, fundamentalmente se tratará de enlaces por lo civil o de otras confesiones o creencias. Los ayuntamientos tendrán por tanto la potestad de cobrar un canon de ocupación, según los metros cuadrados de playa que se necesiten para el enlace; así como una tasa por rendimiento, que se calculará en función de lo que le costaría a los novios el alquiler de un local para la celebración, que Costas estima en unos 450 euros, aunque en este caso solo se cobra el 8%. Por ejemplo, para una boda de 100 invitados y una ocupación de 200 metros cuadrados, los novios tendrían que abonar 40 euros. Además de esta cantidad, los responsables de la ceremonia deberán depositar una fianza en Hacienda, que les será devuelta finalizado el enlace, siempre y cuando se deje la playa en las mismas condiciones en las que estaba. Esta servirá de garantía para que los encargados del enlace se responsabilicen de limpiar la zona de baño ocupada.