diario del coach

El odio

El odio es desear que el otro no exista. Es un sentimiento que se experimenta ante ciertas situaciones mediante dos emociones muy potentes, el asco (o la aversión) y la rabia (o la ira), si bien pueden estar mezcladas con otras tales como la tristeza o el miedo.

El asco nos lleva a sentir repugnancia por algo, y si el objeto de esa repugnancia es una persona se puede generar tal rechazo que el disgusto acaso sea insoportable. La rabia, por otro lado, es la emoción que nos permite reconocer situaciones que violan gravemente nuestra escala de valores y actuar para compensarlo. El odio, aunque es normal experimentarlo en situaciones extremas, es inútil y tiene efectos psicosomáticos y muy dañinos en nosotros mismos haciendo realidad esa frase que dice que el odio es un ácido que destruye el estómago. Por eso es preciso canalizar tales emociones a fin de restaurar el equilibrio que juzgas perdido, proceso en el que el coaching puede serte muy útil. El primer paso: tomar conciencia de lo que sientes, de por qué lo sientes y, sobre todo, de para qué lo sientes. En el 99,9% de las veces, el odio se experimenta con el fin de dar su merecido a quien nos hizo daño. Pero para eso está la rabia, que es la que reclama justicia. Con estrategias de este tipo vamos modulando a la baja el sentimiento para que afloren las acciones efectivas y razonadas que te compensarán por el daño sufrido.

Según el escritor Richard Bach, el odio es el amor sin los datos suficientes. El sacerdote Ignacio Larrañaga lo formulaba de manera similar: si supiéramos comprender no sería necesario perdonar. Ambos coinciden en que nos faltan datos a la hora de juzgar objetivamente las acciones de los demás.

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