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Recordando a Alberto Brito – Por Joaquín Castro

Es bueno que nuestros grandes pintores no queden en el olvido. Que se les recuerde, no solo en sus datos biográficos, sino que también se conozcan las obras que bien hablan de ellos por su técnica, su colorido, su formar de interpretar y de llevar a sus lienzos, como ocurre en esta ocasión con Brito, que pintó calles y plazas de Santa Cruz de Tenerife entre otros muchos temas. Por su vida, no sólo de pintor, sino también de atleta, llevó a sus cuadros momentos estelares relacionados con eventos deportivos. Era pintor y deportista. Hombre de mente sana para conseguir lo que se proponía con el pincel o la espátula. Conoció el alma de su pueblo tinerfeño, de aquí que en sus lienzos reflejara escenas campesinas de mercados, mujeres vendiendo frutas o verduras, hombres sencillos del pueblo con barquetas de tomates o de plátanos. Demostró también su buena técnica en el retrato, la que recibió de su profesor, el excelente artista Vázquez Díaz. Pintó a Francisco Bonnín, Bruno Brandt, Pío Baroja o Jacinto Benavente, obras que dan prueba de ello. Caras sobrias y perfectas con el aire personal que les sabía imprimir se sucedían en sus lienzos.

Era Alberto Brito rico en la composición del color, con una manera especial de hacer y de decir en la plástica. Como buen deportista reflejó en sus obras personajes del mundo del boxeo, que él había practicado en su juventud, lo mismo ocurrió con el fútbol, la lucha canaria, la natación y el baloncesto. Sabía transmitir toda la belleza del elemento que le inspiraba. Su rica paleta le permitía la diversidad de tonos hasta conseguir resultados atrayentes, impactantes, al mismo tiempo que ajustados a la realidad. Los cuadros de Alberto Brito eran de entrega total. Asombrosa naturalidad, sin deslumbrantes efectos, dejándose llevar por el hechizo poético, palpable en el sentimiento, y se presentaban al espectador de forma cautivadora. Siempre tenía por norma un canto a la vida y a la existencia.

Excelente artista de la escuela de Vázquez Díaz, a la que asistió en la ciudad de Madrid. Sus sensaciones sentimentales las vemos en los ensayos y estudios, donde el empleo del color era más serio. Fue un maestro de los que han hecho época dentro de la pintura canaria.

Museos y colecciones hablan de él, ya que los artistas nunca mueren, sus obras son hijos que quedan para la posteridad y el recuerdo. Su última exposición individual la realizó en la galería de arte del Círculo de Amistad XII de Enero, del 1 al 15 de octubre de 1986.