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Redes que te quiero redes – Por Carlos de la Cruz Ubach*

El ser humano tiene esa peculiar capacidad innata de menospreciar el éxito ajeno y cargarse de frustración a causa de la envidia. Es un hecho probado por la investigadora Hanna Krasnova, del Instituto de Sistemas de Información de la Universidad Humboldt, de Berlín. Concretamente, refiriéndose a la red social Facebook, dicho estudio muestra que una de cada tres personas se sintió peor y más insatisfecha con su vida tras visitar la página y la gente que simplemente echó un vistazo sin contribuir fue la más afectada. Los hombres mostraron una mayor tendencia a la autopromoción en Facebook para hacer que la gente supiera sobre sus logros, mientras que las mujeres se centraron en su aspecto y vida social. Desde la perspectiva de un proveedor, las conclusiones muestran que los usuarios perciben frecuentemente Facebook como un ambiente estresante, lo que podría, a largo plazo, dañar la sostenibilidad de la plataforma. Esto nos lleva a replantearnos ciertos aspectos socialestales como nuestra capacidad de resiliencia ante situaciones adversas, el autoengaño sobre una falsa seguridad alimentada por nuestra vida online y la no tan clara consolidación a largo plazo del algoritmo de Facebook por el cuál selecciona qué publicaciones mostrar en nuestro muro en función de nuestra actividad social. El principal problema de este algoritmo es que carece de inteligencia emocional. Considera qué quieres ver en función de las fotos que has venido clicleando y los perfiles que has ido mirando indiferentemente de si es positivo o negativo para ti. Por eso se ha comprobado que el uso de las redes sociales por más de dos horas al día potencia un estado de depresión. Tenemos la capacidad de no dejarnos influenciar, focalizar nuestros verdaderos objetivos y no distraernos con banalidades. En definitiva, darle un uso a las redes sociales más nutritivo culturalmente y profesionalmente.

*Consultor de Marketing en Sociment